Ken Robinson, considera las habilidades individuales y los estilos de aprendizaje, recordando que todos tenemos distintos talentos que deben ser valorados. Propone una nueva mirada, donde el error no sea estigmatizado y una jerarquía para darle tanto valor a las artes, como a las matemáticas.
Sugiere una Escuela que responda realmente a las necesidades del tercer milenio.