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Leopardos en la casa y en la tribuna

Ago 1, 2006 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Por Jersson Correa Sánchez
jcorrea6@unab.edu.co

El aprecio por el equipo de fútbol local y el orgullo por verlo siempre triunfante, hacen que las personas, un buen día se conviertan en fanáticos y defensores de oficio de su onceno del alma. Bucaramanga, por supuesto, no es la excepción. La Ciudad Bonita ha acogido a quienes cada domingo han hecho del estadio Alfonso López un carnaval o un campo de discusiones.

Por estos días, los cambios de gramilla han obligado al cierre del estadio y llevan a hinchas, futbolistas y técnicos a desplazarse hasta el estadio Daniel Villa Zapata, de Barrancabermeja, que actúa como sede del Atlético Bucaramanga.

El apoyo de los fanáticos a su equipo leopardo es tan fuerte, que aguanta incluso cambios bruscos de temperatura y viajes pesados por una carretera que encierra uno que otro hueco. 

A Álvaro Ojeda Olarte, por ejemplo, su trabajo como árbitro de la Federación Colombiana de Fútbol le dejó mucho más que buenas experiencias, tarjetas amarillas y pitazos. Gracias a su empleo cultivó el amor por el balompié y  empezó a ser reconocido como Fifa, apodo con el que ahora supervisa la Tienda Leoparda y lidera la barra del Atlético Bucaramanga que lleva el mismo nombre.

Cuando el Atlético ha jugado de local, el sector de sombra en el estadio Alfonso López ha acogido a esta barra. La tribuna occidental motiva con rollos, bombos, papel picado, banderas, y  extintores a los once “leopardos” que luchan en la cancha.  Conservando esta tradición y con el objetivo de acompañarlo en cualquier ciudad del país, buscan reacomodarse en el Puerto Petrolero. 

El hincha sabe aguantar

Cada partido tiene como elemento central el ánimo, pues con este impulso es que cerca de cincuenta personas, que conforman la barra y las 300 que las acompañan, costean los viajes a cualquier ciudad del país, para respaldar al equipo.

“Durante el partido es mantener el aguante”, dice el Fifa, refiriéndose al ambiente que se crea cuando se escucha el pitazo inicial. Los cantos y el retumbar del bombo hacen de las graderías de cualquier estadio que visitan, una fiesta con la que alientan a su amado Atlético Bucaramanga.

“Sacar el partido adelante junto con los muchachos”, ese es el objetivo que durante los noventa minutos mantiene de pie y gritando a la Tienda Leoparda. Sus años de experiencia como animadores y acompañantes del equipo les dan la confianza para llegar, domingo a domingo, con los roles definidos, sus asientos separados y los cánticos “que se llevan a toda garganta”, agrega.

No siempre la pérdida de un partido genera desconsuelo en los aficionados, en ocasiones una goleada bien jugada es más gratificante que un triunfo sufrido. “Alegría o frustración” es lo que se vive cuando concluye el encuentro. La estrella, por otra parte, no los trasnocha, ésta se ha convertido en “una ilusión que vivimos cada semestre”, la que acompaña desde hace 59 años a los aficionados del equipo leopardo.

Los aficionados reconocen que el Atlético Bucaramanga es un “equipo chico”, no desprecian la labor de acompañarlo en cada partido, pues no hacerlo sería, según Fifa: “negar la propia tierra, negar nuestra sangre, negar quien es uno, sería negar lo que vivimos todos los días y hasta nuestros ancestros”.

Una pasión peligrosa

“Las barras bravas por lo general son las que más alientan en un partido” afirma el líder de la Tienda Leoparda, no sin agregar también, que son ellas quienes concentran gran número de viciosos, vándalos, y contradictores del equipo, usualmente jóvenes que asisten a los estadios en busca de riñas y ajustes de cuentas.

El reflejo de éstas y otras tantas problemáticas sociales en los estadios, es lo que motiva las exigencias de Álvaro Ojeda, quien indignado pide cárcel y pronta ayuda para estas personas, al tiempo que cuenta lo acontecido en Cali luego del encuentro América-Bucaramanga: “No pensé que pasaran cosas tan desagradables, nos trataron muy mal, los hinchas del América son muy agresivos, creo que las personas que fueron al encuentro de parte del Barón Rojo de Cali no llevaron el mensaje. Cuando terminó el partido nos tocó salir como si fuéramos personas buscadas, llegamos al terminal y nos rodearon más de cincuenta personas armadas. Desde un tercer piso nos atracaron, nos quitaron bolsos, ni la misma Policía responde por la vida, ni por la integridad de un hincha que quiere acompañar a su equipo, se apropiaron de un terminal y fue como si nada hubiera pasado. ¿Cómo hago para llegar a un estadio y salir vivo? Hay una familia que me espera en Bucaramanga”.

Barón Rojo de Cali, así como otras 17 barras del país, entre las que se encontraba la Tienda Leoparda, hicieron parte del Segundo Encuentro Nacional de Barras, organizado y dirigido por la fundación Juan Manuel Bermúdez Nieto.

En el encuentro de barras se establecieron pactos de paz para propiciar la tranquilidad en los estadios y el libre desplazamiento a los hinchas viajeros. Fifa reconoce la dificultad que existe para cumplir e incluso para pactar estos acuerdos,  al recordar que tres de las barras importantes de diferentes ciudades se abstuvieron de asistir al evento y presenciar en carne propia hechos de vandalismo como los de Cali.

“Lo que no hay se lo mandamos a hacer”

La pasión que los seguidores del Atlético Bucaramanga le expresan a su equipo en cada partido va más allá de la camiseta oficial que se vende en $70.000, y que según el presupuesto y si se tiene la misma intención de apoyarlo, se puede lucir con  sólo $20.000. Este amor por el amarillo se ha impuesto en diferentes espacios del cotidiano bumangués.

Así las cosas, si le gustan las manillas, los aretes, relojes o correas, accesorios con el escudo del equipo serán sus preferidos. Si por otra parte, su mascota se apasiona tanto como usted con un gol, pues podrá pasearla con el bozal búcaro.

Para el regreso a la universidad “se le tiene” la agenda; para el domingo de misa y partido, está el rosario; para la novia, el peluche. Para los ahorradores, está la alcancía; para el frío, las bufandas; para el desayuno, los pocillos; para los patriotas, alpargatas, y para la rumba, los dos últimos CD con himnos, gritos y cumbias leopardas.

Ser hincha entonces es mucho más que lucir la camiseta de un equipo. Asistir a un estadio no sólo es observar un espectáculo de 90 minutos. Los goles, gritos, “bonches”, y “chucherías” dependen de la pasión, el presupuesto y la educación de cada aficionado.

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