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Lluvia de publicidad en una ciudad tranquila

Mar 12, 2006 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Por Ivonne Rodríguez
El tiempo atmosférico fue favorable: la leve llovizna que cayó en la tarde no superó la tormenta de publicidad. Ese fue el panorama general de Bucaramanga durante el domingo 12 de marzo desde las 7 a.m.

El día de elecciones mostró, desde muy temprano, calles vacías. Sólo hasta las 9 a.m. la gente empezó a salir de sus casas. Desde hacía 4 horas las emisoras locales ofrecían el servicio de consulta de lugares y mesas de votación. Apenas a esa hora, varios se enteraron de que debían ejercer su derecho en otra ciudad. La respuesta de la Registraduría: no inscribieron la cédula en su lugar actual de residencia.

A las 7:50 a.m., el alcalde de Bucaramanga, Honorio Galvis; el gobernador de Santander, Hugo Aguilar, y representantes de los organismos de control, la fuerza pública y ciudadanos rasos dieron apertura a las elecciones en la sede de la Registraduría Municipal. Minutos después en todo el país ya era oficial el inicio de las elecciones.

Colegios: puntos de encuentro
La fila en la carrera 28 con calle 47 era poca a las 9:15 a.m.. Quienes sí se congregaron con rapidez en las afueras del Colegio San Pedro Claver fueron los vendedores de aguacates, tinto, frutas, vikingos y minutos para celular.

Al entrar al área de votación bastó una revisión del bolso, en el caso de las mujeres, y de una requisa minuciosa para los hombres. Alrededor del patio se observaban las primeras mesas y por los costados, dos filas correspondientes a los puntos de información sobre mesas de votación. “Hacer esa fila es muy arrecho”, dice uno de los hombres que recién ingresa.

A pocos pasos de la misma entrada, el senador Carlos Higuera Escalante, candidato al Senado por el partido Colombia Democrática, fue abordado por una agente de la Policía. Con amabilidad pero con la mirada fija le dijo: “Necesitamos de su colaboración”. Ella se refiere a la camiseta que lleva el candidato: debía quitársela porque, aunque blanca, llevaba el logo del partido. Cinco minutos más tarde atendió la orden, tras saludar a dos ancianos que con sonrisas lo llaman "senador, senador".

La temperatura no sube, pero sí la de las calles mientras se acercan las 10 a.m. La fila ya dobla por la siguiente calle y a menos de una cuadra del colegio se reparten claveles, las gafas color fucsia de Gina Parody y tarjetas de publicidad de diferentes partidos. Las esquinas están disfrazadas con todo tipo de afiches, al igual que los carros estacionados. Una papayera ameniza en la zona mientras en la iglesia oran y en la funeraria velan a tres difuntos.

Estrategia para ‘disimular’
Del Colegio San Pedro a la Escuela Normal Superior, ubicada sobre la carrera 27, no hubo mucha diferencia. Aunque en la primera estuvieron por lo menos 3 candidatos en sus alrededores, en la segunda tampoco faltó la publicidad en la parada de la Clínica Los Comuneros, el Parque de Los Niños y el puente que comunica a este centro médico con el Instituto Municipal de Cultura.

En la Escuela hay menos fila en los puntos de información  y unas cuantas inquietudes en el punto destinado a la Registraduría. “Es que yo me inscribí acá, mire el papelito, pero cuando vine no encontré la cédula. Voy a hablar aquí para saber si puedo votar”, dice una señora de unos 40 años. Detrás de los jurados hay unas carteleras, al parecer hechas por estudiantes, que dicen: “Vota con el corazón y no con el corazoncito”, “¡vota! Por el mejor plan porque en un futuro nos ayudarán” y “elige bien y elige tú”.

Estas frases poco se acomodaban a la campaña que todavía era visible al recorrer el norte de la ciudad, específicamente en el barrio San Cristóbal. Buses de Trans Colombia y Piedecuesta, empapelados y a los cuales les pagaron a nombre de Iván Moreno, del Polo Democrático, y Luis Fernando Cote, de Cambio Radical, iban y veían con gente.

En la estrecha calle, también a menos de media cuadra del Colegio Promoción Social (lugar de votación) se repartía cuanta publicidad fuera posible, mientras en la pequeña loma 4 niños voceaban: “Se vive, se siente, Clara está presente”.

Excepto por una pila de tarjetas de publicidad del Partido de la U que incautó un policía dentro del Colegio, la votación fue tranquila. Lo que si no ‘descachó’ en ninguno de los sitios fue la estrategia comunicativa de las camisas, que sin nombre del candidato o número, optaron por enseñar frases, logos o dibujos de color: amarillo ‘Hecho en Santander’ o logo de un micrófono (Convergencia Ciudadana), negro con puntos amarillos en el centro (Polo Democrático) y rojo con una llama (Partido Liberal).

La ‘Calle de los papeles’
La Calle de Los Estudiantes fue una fiesta de papel. Cuanto candidato y partido había se quedó fijo en el piso. Daba la sensación de un mercado persa o de un recorrido por el Sanandresito: más y más ofertas, esta vez no para comprar, sino para votar. El calor aumentó y con éste la venta de patilla, piña, mango y líquidos.

Muy cerca, el Colegio Aurelio Martínez Mutis y el Instituto Nacional del Comercio estaban a la espera de más electores. En cada lugar fue igual: los cubículos al alcance de los ojos de cualquier ciudadano. Incluso, desde los segundos pisos se podía ver el voto.

Al salir, más ‘sorpresas’: un joven con una lista de nombres con cédulas (no era jurado), un hombre que regalaba fosforeras a nombre del Partido de la U, una joven reprendida por un policía al acercarse al lugar de votación, el candidato John Zea firmando autógrafos, la denuncia de un joven de que en la mesa X un jurado invitaba a votar por determinado candidato… En fin, una ‘fiesta de la democracia’ que mejor fue, ‘fue una fiesta de la publicidad’ en medio de una ciudad tranquila.

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