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Por María Astrid Toscano
mtoscano2@unab.edu.co
“Narrar es tender un puente entre las antiguas y nuevas generaciones y
entre las culturas del mundo” cuenta Boniface Ofogo, un camerunés
de la tribu Yambasa, un negro alto y corpulento de expresión tierna que
viene de un lugar en el que la tradición oral es parte de la cotidianidad.

“En mi pueblo contar es un hecho tan natural como respirar. Allá
no pagan por eso, sólo lo hacemos por la necesidad de buscar complicidad
en la mirada del otro”, dice él, uno de los 12 invitados al festival
Abrapalabra.

“A pesar de la tecnología de los medios, éste es un mundo
poco comunicativo”, responde el costarricense Juan Madragal, quien se
dedica especialmente a los niños, cuándo se le pregunta sobre
la importancia de su arte y el de sus colegas en la palabra. Y anota: “Las
enfermedades del adulto, la seriedad y el trabajo, están haciendo que
se pierda el valor de compartir una palabra y sentarse a hablar”. Por
eso, “contar es retornar a la esencia de los seres humanos”, como
opina Rafael ‘Rafo’ Díaz, de Perú. Para él
las palabras son las que hacen amar, odiar, dañar o sentirse bien.

“Contar convoca, es una provocación para reunirse y escuchar,
hace entender lo que el otro piensa y siente”, dice Francisco ‘Pacho’
Centeno, un colombiano que junto a un equipo entusiasta organiza cada año
el Festival Iberoamericano de Cuenteros.

A varios protagonistas del festival les hicimos las mismas preguntas. Esto
contaron…

1. ¿Los políticos son buenos cuenteros?

2. ¿Cuánto esfuerzo mental se requiere o cuánto hay que
pensar para hacer un cuento?

3. ¿Cuál es el mejor idioma para contar?

4. ¿Qué es lo más aburrido de ser cuentero?

5. ¿Qué color tienen sus cuentos?

6. ¿El cuento que jamás se contó?

7. ¿Qué personaje de la farándula podía ser un
buen cuentero?

8. ¿Qué tal es el cuento de trabajar, trabajar y trabajar?

Boniface Ofogo, Camerún

Dice que jamás olvidará cuando se reunía la gente de su pueblo en veladas en torno al fuego para contar historias. “Cuando empecé a narrar profesionalmente hace 12 años y le conté a mi padre que yo vivía de esto, él me preguntó si los blancos se estaban volviendo locos”.

1. Son buenos porque viven de la palabra, pero son cuenteros de pacotilla porque sus cuentos no son reales ni ilusionan mucho.
2. Se necesitas mucha concentración en ti mismo y en la gente que te escucha. Necesitas capacidad de reacción, agilidad, capacidad de improvisación.
3. El idioma en el que uno aprendió a hablar.
4. Los viajes, el desplazamiento.
5. Los colores de la vida porque son cuentos de África.
6. Ninguno, la mente humana no tiene fronteras.
7. El escritor español Antonio Gala porque sabe jugar con la melodía de la palabra y seduce.

Matías Tárraga, España

Estaba dedicado al teatro y llegó a los cuentos por casualidad. “Una vez perdí la plata del arriendo y le dije a un amigo que tenía un bar que me dejara contar: conseguí el dinero y me di cuenta que esto era lo mío”.
1. Hay políticos que son buenos cuenteros y hay políticos que son hasta malos políticos.
2. A veces nada, a veces todo.
3. El mío, el mismo que el tuyo y el de un finlandés. Se le llama simbólico.
4. El cansancio de viajar tanto.
5. Blancos como el papel.
6. Algún buen músico es un buen cuentero.
7. Ninguno.
8. Está bien si después viene descansar, descansar y descansar, ocio, ocio y ocio, dinero, dinero y dinero, amor, amor y amor, pero trabajar, trabajar y trabajar sólo es una putada, trabajar por trabajar pa’ qué.

Juan Madragal, Costa Rica

Creció en un barrio pobre de la ciudad de Alajuela, rodeado de sus tías que se sentaban en el corredor de la casa a pelar papas, yucas y a contar cuentos. “Desde entonces me fui impregnando”. Empezó a dictar catecismo y les contaba historias a los niños. “Me di cuenta de la literatura y empecé con este cuento”.

1. Sí porque envuelven con la palabra.
2. Depende de la historia.
3. El mío.
4. Decir colorín colorado, este cuento se ha acabado.
5. Amarillos porque son de esperanza.
6. Uno social donde los niños y las niñas no tengan oportunidad
de ser felices sino que sean maltratados.
7. Robin Williams.

Rafael ‘Rafo’ Díaz, Perú

No era consciente que contaba hasta el día en que hizo un taller de narración oral con un maestro francés. “En mi familia contábamos anécdotas e historias distintas. Yo soy del Perú amazónico y allí eso es normal”.

1. Muy buenos porque la palabra los define y muestra su posición.
2. Pensarlo mucho no es la idea, uno debe apropiarse de la historia.
3. No creo que exista un idioma específico, existen los contextos y las palabras adecuadas para hacerse entender.
4. La lucha constante si uno quiere vivir de esto.
5. Multicolores porque yo traigo el exotismo de la selva.
6. Una historia de paz verídica.
7. Marlon Brandon y Robert de Niro.
8. Está bien si se convierte en algo beneficioso para el pueblo. El trabajo no viene solo.

Francisco ‘Pacho’ Centeno, Colombia

“Mi padre todas las mañanas nos contaba una historia antes de desayunar”. Mucho después incursionó en el teatro, vio a un artista que contaba e inició una investigación sobre la narración. “Pienso que al contar historias estoy siendo una especie de actor muy apasionado”.
1. Si, pero los cuentos que cuentan son muy malos cuentos.
2. No mucho.
3. El propio.
4. Que le hagan entrevistas.
5. Rojo porque es el color de la pasión.
6. No hay uno que no se haya dejado de contar. Si no se ha contado, se contará.
7. De Hollywood Jim Carrey. De Colombia, definitivamente Natalia París no es.
8. Es un mal cuento. Dios trabajó un rato y después descansó toda una eternidad y si Dios hizo eso ¿por qué tenemos que contradecirlo?

Sergio Danti, Argentina

“Contar es bello porque se despiertan imágenes en la mente, ilusiones
en los corazones y brillos en los ojos de las personas. Las palabras nos permiten
amar, odiar y sentir cualquier cosa, ese es el valor del lenguaje y de sentir”.

1. Sí, tienen que generar fantasías en la mente de los demás.
2. Cada cuentero o creador es diferente. Hay mucho de inspiración.
3. El castellano porque es un idioma riquísimo.
4. Cuando no te contratan.
5. Los colores del arco iris.
6. Es un secreto que tenemos todos los cuenteros y no estoy autorizado para contarlo.
7. Michael Moore.

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