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Los indígenas son la reserva moral de América

Feb 26, 2007 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Por Freddy Ortiz Gómez
fortiz2@unab.edu.co
El Valle del Cacique Upar, nombre que recibe la capital del Cesar, es conocido por ser cuna de acordeoneros, por realizar anualmente el Festival Vallenato o por las frías aguas del río Guatapurí.

Pero en Valledupar también se ven a diario indígenas caminando por las calles de este “pueblo grande”, como ellos lo llaman. Sobresalen en sus recorridos Arhuacos, Wiwas, Kankuamos y  Koguis con sus mochilas o tutus, trajes típicos, tutusomas o sombreros y poporos.

Ellos bajan de la Sierra Nevada de Santa Marta para vender café o ir a la casa indígena Dusakawi, con el fin de conseguir servicios de salud, alimentación y hospedaje que les brinda el Estado colombiano.

Los indígenas no sólo hacen presencia en carne y hueso, también se pueden observar en las pinturas realizadas por Jacinto Ruiz, un ecuatoriano hijo de indígenas Aucas y a quien se le conoce más por el nombre de Chicho Ruiz. Este pintor ha dedicado 41años a la divulgación de los valores indígenas. Periódico 15 dialogó con él sobre este trabajo.

¿Con cuáles grupos indígenas ha trabajado para sus pinturas y en qué países?
He trabajado desde México hasta la Patagonia y mis pinturas se han difundido porque he tenido la oportunidad de trabajar con descendientes de Mayas y Aztecas, los Yanomamis de Venezuela, Guajiros, Yucoyupas y los Barí Motilones.

También he trabajado con los grupos de la Sierra Nevada que son los Arhuacos, Koguis, Wiwas y Kankuamos y siguiendo la ruta hacia el sur he trabajado con los Guambianos y algunos descendientes de Incas y Aymaras.
 
¿Ha encontrado algo en común entre todas esas etnias?
Ellos toda la vida estuvieron intercomunicados, lo que pasa es que esa comunicación la cortaron los españoles, hay vestigios de vasijas en México de indígenas del Perú y lo mismo que del Perú acá en Colombia.

Lo que ha sucedido es que el español nos dividió simplemente,  y por eso es que somos Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, se crearon unas fronteras que para el indígena nunca existieron. Todo eso fue producto de la colonización, del dominio del hombre sobre el hombre.
 
Socializar el conocimiento por medio del arte requiere de tiempo ¿Cuántos años ha investigado las culturas indígenas?
Unos 40 y pico de años. Es que este es un trabajo de investigación permanente, de búsqueda de un entendimiento de una sociedad que se convirtió en española, nosotros tácitamente somos españoles, América es una América española, porque eso fue lo que nos enseñaron a hacer los españoles cuando llegaron.

Los conquistadores nos dijeron: ‘Indios brutos ustedes tienen que aprender a ser como nosotros, tienen que ser civilizados’ y nos enseñaron a robar, a matar a prostituirnos, a drogarnos, en fin, el problema que tiene América en este momento se lo debe a la cultura del  español, que para mí es la enfermedad más grande de América.

¿Cuál es su finalidad con las pinturas y exposiciones artísticas?
Yo expongo unos dibujos hechos en tinta china y con plumillas figurativas, con estos materiales logré establecer una técnica muy propia y una temática también original, porque pocos pintores nos hemos dedicado a la divulgación del indígena con propósitos sociológicos, porque pintores de indígenas hay muchos, pero son pocos los que estimulen la interpretación de unos valores a través del cuadro.

Hablando de temáticas y estimulación, ¿en qué se inspira para realizar sus pinturas?
Trabajo indiscutiblemente al hombre, para mí es importante la figura, la del niño, la mujer, el anciano, el joven, el adulto, en fin, todos ellos dentro de su cotidianidad y costumbres, dentro de sus trabajos y lo que han hecho toda la vida pero que el español desdibujó diciéndonos dentro de la historia de América que el indígena era antropófago, malo, sucio, vago, todo eso para tapar las barbaridades que los españoles cometieron a través de los años y que estuvieron dentro de una mal llamada Conquista.

Ahora lo que trato de hacer es reivindicar al indígena para podernos reivindicar nosotros, porque tenemos que aprender a ser indios, no es el indio el que tiene que aprender a ser como nosotros porque si aprendiera a ser como nosotros estuviera degenerándose.
 
El año pasado, un líder de la etnia Nukak Maku se suicidó por no haber logrado que su comunidad regresara al territorio ancestral. ¿Qué piensa de esas amenazas que viven por la entrada en sus territorios de multinacionales como las empresas petroleras?
A través de los años esa colonización desenfrenada ha hecho que estas situaciones sucedan, por ejemplo tenemos el caso de los Santanderes, con los Barí Motilones, cuando los sacaron de las tierras y se inventaron cuentos de que eran antropófagos, malos, que no se qué, simplemente los sacaron de su hábitat para incrementar la explotación de unos pozos de petróleo.

De esa misma manera van entrando y esta mal llamada civilización va acabando con los indígenas, que son los recursos morales que tenemos, o sea, la misma sociedad nuestra que es amoral trata de contaminarlos con su inmoralidad. Esto es un proceso que preocupa porque las culturas primigenias se están acabando y llegará el momento en el que nosotros no veamos más indígenas, como pasó en los Estados Unidos cuando llegaron los ingleses, irlandeses y escoceses.
 
¿De qué le ha servido todo este trabajo de comprensión de las etnias latinoamericanas?
El arte y la expresión le dan a uno la satisfacción de haber logrado objetivos como el reconocimiento de una sociedad, de unos grupos indígenas, a quienes antes los miraban pero no los veían, eran desconocidos para las personas, aún estando cerca de ellos.

Hoy esa vergüenza que hace años tuvo la sociedad de sus indígenas se convirtió en orgullo, en reconocimiento de su propia identidad, ya que los españoles nos la negaron. Por ejemplo hace 45 años me pedían que pintara perros en lugar de indios porque les daba vergüenza, eso era un desastre.

Afortunadamente el indígena se hizo a un lado del proceso de contaminación española, y por esa razón es que nosotros tenemos esa distancia tan grande frente a, por ejemplo, quienes viven en la Sierra Nevada y que conservan unos valores extraordinarios que nosotros perdimos definitivamente.
 
Entre poporos y tejedoras 
Las pinturas de Chicho Ruiz buscan rendir homenaje a las etnias que visita. Entre ellas están las del poporo, símbolo del amor, del sexo, del coito.

El poporo está compuesto por dos elementos: un palito que significa el pene y que es con el que sacan la concha marina del calabazo que representa la vagina o el vientre femenino. Cuando los indígenas sacan la concha o poporean, están haciendo el amor, porque a través de ese acto simbólico ellos anhelan la multiplicación de su etnia.

Los indígenas mastican constantemente la hoja de coca y por eso tuestan y muelen conchas del mar para que ese polvo, sirva como catalizador de la hoja de coca. Esa mezcla es un energizante que evita el cansancio, el hambre y la fatiga.  

También Chicho Ruiz pinta a las mujeres Arhuacas que tejen, no sólo sus vestidos, sino toda la cultura, porque son ellas quienes hacen las mochilas que significan seno materno, placenta, madre cósmica, madre receptora de las buenas cosas.

Por eso, los dibujos que plasman en las mochilas son códices relacionados con la cotidianidad de la mujer, con los animales, la geografía, los ríos, las plantas, el hombre, la naturaleza, la muerte, la vida, la Sierra Nevada, su Dios.

Cuando las mujeres Arhuacas están tejiendo, entre ellas se intercambian las mochilas para que cada una continúe con el dibujo de la otra, como símbolo de compañerismo.

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