Al recibir la asignación académica para la clase de matemática en segundo y tercer grado asumí un reto personal. Presentarla a mis estudiantes de una forma diferente, de tal modo que se convirtiera en la clase esperada por todos, fue mi principal objetivo.
Así inicié largas jornadas de consultas que aportaran a mi quehacer una didáctica más llamativa y acorde con la edad de los grupos con los que trabajaba. La información que encontré tenía un aspecto común en la enseñanza y era el componente afectivo como una forma de acercamiento para lograr mayor empatía con los estudiantes y por ende, favorecer su aprendizaje. Este componente hizo parte de la impronta personal que adopté desde el principio sumado a estrategias innovadoras y significativas que me llevaron a romper paradigmas con respecto a la enseñanza de la matemática en la institución. Poco a poco fui viendo cómo mi objetivo se iba haciendo realidad con base en la creatividad, la constancia y la confianza en lo que hacía.
Han sido siete maravillosos años de permanencia en el Instituto Caldas. Durante este tiempo he contado con el apoyo de las directivas (Coordinadoras y Rectora) quienes dieron el aval a cada idea que presenté, buscando siempre el mejor desempeño en cada uno de los niños que año tras año pasaron por mis aulas.
Hoy, cuando he cumplido con las metas que a corto y mediano plazo he trazado en mi vida profesional y personal considero que es mi deber retornar a Armenia, mi tierra natal, para contribuir allí en la formación de más niños y niñas.
Gracias a todos, compañeros, padres de familia y por supuesto a mis estudiantes porque fueron ustedes quienes hicieron posibles todos mis ideales; sus críticas enriquecieron mis propuestas; su voz de aliento fue una muestra de la confianza que depositaron en mí.
A Dios le doy gracias por haber puesto en mi camino esta gran institución que hoy al igual que a todos ustedes llevo en mi corazón.
Este no es un adiós definitivo, es un hasta pronto porque estoy segura que en las vueltas que da la vida nos volveremos a encontrar.
Un abrazo,
Luz Elena Pérez Sánchez