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Microempresarias se unen para salir adelante

Ago 15, 2006 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Fotos y texto: Rebeca Lucía Galindo Miranda
rgalindo@unab.edu.co
Lo que comienza con una conversación entre vecinas se ha convertido en una alianza comercial para mujeres santandereanas. Así es el inicio de las cooperativas que estuvieron presentes en la Primera Feria Microempresarial de la Mujer Cabeza de Familia.

“Ha dado muy buen resultado haber hecho una unión entre un grupo de señoras que estábamos con situaciones parecidas”,  afirma Amanda Ruiz, miembro de la Fundación Disar. Su objetivo y el de otras tres mujeres que dirigen este taller social es enseñar manualidades,  trabajar como una microempresa e “impulsar el arte de la mujer”.

En el Parque San Pío se organizaron 85 stand que mostraron al público una amplia variedad de productos como calzado, pintura, tejidos, artesanías, bisutería, ropa y alimentos. 

El plan, según Josué Díaz Rodríguez de la Secretaría de Desarrollo Social de la Alcaldía de Bucaramanga es “inducir a las mujeres para que no laboren sólo en sus casas, sino que puedan conocer lo que producen las compañeras que también participan en la capacitación y logren aunar esfuerzos para sacar adelante sus propósitos”.

Los tres días de feria, del 4 al 6 de agosto, fueron el resultado de un convenio interinstitucional entre la Gobernación de Santander, las alcaldías del área metropolitana y la Universidad Cooperativa de Colombia, UCC.

Para comenzar, las diferentes dependencias de desarrollo social convocaron y evaluaron a las mujeres con microempresas. “Muchas de ellas nunca se habían podido presentar a una feria”, explica la coordinadora del Centro Integral de la Mujer, María Alexandra Reyes, “porque son de grupos vulnerables o de estratos 1 y 2 o porque nunca se les había dado la oportunidad”.

Solas al comienzo   

La mujer cabeza de familia es definida como una madre independiente, de la que depende toda su familia. “Trabaja como madre y como empresaria”, aclara Candelaria Gómez, artesana de cajitas decorativas en Floridablanca.

Ni siquiera hay un rango de edad para ser una mujer cabeza de familia, lo importante para ellas comienza por explorar una habilidad. “Se supone que cada quien es independiente; pero en caso de que haya mucho volumen para trabajar, se pide el apoyo de las demás fundaciones”, explica Gómez.

Uno de los stand más recurridos fue el de Elsa Suárez. Ella es vendedora ambulante hace 25 años cuando comenzó a trabajar sola. Hoy fabrica y vende trapos de cocina y adornos para nevera con ayuda de toda su familia. Junto a ella, otras 150 vendedoras ambulantes se están organizando para poner microempresas familiares. “Es un trabajo de familia”, aclara Suárez, “Yo pinto y le doy las ideas a mi hija; luego yo corto y ella cose”. 

Las necesidades y aptitudes en común han unido a las microempresarias para sacar adelante a sus familias. Amanda Ruiz, tejedora de macramé, explica la estrategia que utilizó para comenzar la fundación: “Lo primero que hicimos fue contarnos nuestra historia”, cuáles eran sus sueños y porqué estaban solas, “luego hicimos una bitácora en la que cada una iba anotando todas nuestras metas; así tachamos lo que ya vamos haciendo y vemos cuando nos estamos quedando cortas”.

Donde la situación de las mujeres empresarias es distinta es en el campo. Con miras a esto, la Asociación para el progreso de la mujer de Los Santos y Piedecuesta (Apromusan) expuso en la feria productos de sábila hechos por mujeres campesinas. “La asociación nació hace diez años por la necesidad de las mujeres de trabajar y unirse”, dice Nelly Gómez, la representante legal y agrega: “La situación de las mujeres del campo es muy difícil”. 

Uno de los requisitos para participar en la feria fue asistir todos los sábados, durante un mes a una capacitación en mercadeo y contabilidad dirigido por la UCC. En los cursos, les enseñaron cómo tratar el producto, cómo colocar el stand, manejar precios y tratar al cliente; “cosas que no sabíamos con terminología, lo sabíamos porque la vida le va enseñando a uno”, agrega Amanda Ruiz.

Al mismo tiempo, son diversas las fundaciones y cooperativas que trabajan con la misma función de capacitar, de manera gratuita, a mujeres que necesitan trabajar. La Fundación Nueva Civilización del Amor se constituyó hace cuatro años y se presentó en la feria con manualidades hechas por las estudiantes. “Buscamos no solamente capacitarlas, sino también darles una forma de subsistir.

Ellas trabajan desde su casa y no descuidan sus quehaceres ni sus hijos”, comenta una de las socias fundadoras, María de la Cruz Jiménez.

El dinero es una de las limitantes que más detiene a las mujeres cabeza de familia para sacar sus productos y consolidarse en microempresas. Para el proyecto de sábila de Apromusan, elaborado por 60 mujeres campesinas, conseguir una máquina que procese la planta es un gran reto. Para fabricar champú, cremas y gel de pelo deben licuar las hojas de sábila en sus propias licuadoras.

La coordinadora del Centro Integral de la Mujer, María Alexandra Reyes, reconoce que hubo muchas mujeres ausentes en la feria por este tipo de limitantes. “Ellas tenían que aportar su capacidad económica para poder mostrar sus cosas, pero a veces no la tenían y algunas se echaron para atrás”.

A pesar de esto, el Centro Integral de la Mujer espera hacer algo mejor para la feria del próximo año y ayudar a esas mujeres de otra manera. De acuerdo con la Gobernación de Santander, el programa de microcréditos del Departamento tiene 500 millones de pesos para prestarlos a las microempresarias cabeza de familia.

Por ahora, las metas de estas mujeres son compartidas. Esperan participar el próximo año en la feria organizada en Bogotá por la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer y seguir capacitándose. Jiménez, opinó al respecto: “Venimos a exhibir nuestros productos, no sólo con el ánimo de venderlos acá, sino para que también haya un contacto, y porqué no, para poderlos exportar”.

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