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Miguel de Cervantes Saavedra

Abr 20, 2010 | Cultural

“No hace muchos años que de un lugar de Extremadura salió un hidalgo, nacido de padres nobles, el cual, como otro Pródigo, por diversas partes de España, Italia y Flandes anduvo gastando así los años como la hacienda; y al fin de muchas peregrinaciones –muertos ya sus padres y gastado su patrimonio-, vino a parar a la gran ciudad de Sevilla, donde halló ocasión muy bastante para acabar de consumir lo poco que le quedaba. 

Viéndose, pues, tan falto de dineros y aun no con muchos amigos, se acogió al remedio a que otros muchos pedidos en aquella ciudad se acogen, que es el pasarse a las Indias, refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores a quien llamaban ciertos los peritos en el arte, añagaza general de mujeres libres, engaño común de muchos y remedio particular de pocos.

En fin, llegado el tiempo en que una flota se partía para Tierrafirme, acomodándose con el almirante de ella aderezó su matalotaje y su mortaja de esparto, y embarcándose en Cádiz, echando la bendición a España, zarpó la flota, y con general alegría dieron las velas al viento, que blando y próspero soplaba, el cual en pocas horas les encubrió la tierra y les descubrió las anchas y espaciosas llanuras del gran padre de las aguas, el mar Océano.”

Miguel de Cervantes Saavedra. Obras completas. Novelas Ejemplares : El celoso exremeño. Tomo II,  p. 156

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