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No había otra opción que el fuego

Nov 1, 2005 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

El coronel retirado Luis Alfonso Plazas Vega, ex oficial de inteligencia de
la V Brigada del Ejército de Bucaramanga y ex comandante de la Escuela
de Caballería de Bogotá, fue el militar con casco verde de una
barra y dos estrellas, y botas negras hasta la rodilla, que dirigió en
la Plaza de Bolívar las tropas que por orden del entonces presidente
Belisario Betancur coparon el Palacio de Justicia.

"Estamos manteniendo la democracia, maestro". Con esa frase, Plazas
Vega le respondió a los periodistas y al país que presenciaban
atónitos cómo se extinguía la vida de magistrados y particulares.
Su versión de los hechos está en su libro La batalla del Palacio
de Justicia. Dice que Betancur no fue rehén de los militares y que se
siente honrado de haber defendido la democracia.

?A Colombia le ha ocurrido algo peor en la historia reciente que la toma del
Palacio de Justicia?Creo que ese es el acontecimiento más violento de
la segunda mitad del siglo XX, con unas consecuencias políticas y de
orden público enormes y es difícil compararlo con otro acto de
terror. Ha habido muchos y otros que han generado más asombro entre los
colombianos, pero con las consecuencias políticas y la trascendencia
histórica del Palacio de Justicia creo que no hay otro.

?Qu? pretendía el M-19?
Era un golpe de Estado. Tan así que hay dos aspectos que confirman. El
7 de noviembre en Madrid (España) un señor de apellido Rodríguez,
miembro del M-19, anunció a los medios de comunicación que había
habido un cambio de Gobierno en Colombia por el incumplimiento de lo pactado
en los diálogos de paz por parte del presidente Belisario Betancur y
que a raíz de ese cambio el Gobierno ahora estaba en manos del M-19.
El se?or creía que la toma había tenido éxito.

La otra prueba es que el entonces ministro de Gobierno, Jaime Castro, señaló
en repetidas ocasiones que se trataba de un golpe de Estado. En la proclama
que el M-19 repartió en la Universidad Externado de Colombia en forma
simultánea al asalto, decían que se iba a juzgar al presidente
Betancur y a 3 de sus ministros: Miguel Vega Uribe, de Defensa; Castro, de Gobierno
y Enrique Parejo González, de Justicia. Pues el solo hecho de que se
piense que se va a juzgar al Presidente de la República por parte de
un movimiento subversivo nos indica que para juzgarlo ya lo han depuesto. Era
un golpe de Estado.

El presidente Álvaro Uribe denunció que el narcotráfico
estuvo detrás de la toma. ?Eso fue posible?

El Presidente tuvo el valor de manifestarlo en una reunión en Miami y
le armaron un escándalo, y lo menos que querían era que les pidiera
perdón, cuando eso es una realidad.

La primera persona que habló de la vinculación de los dineros
del narcotráfico fue el director de El Espectador, don Guillermo Cano,
quien en su primer editorial después de los hechos se atrevió
a señalar que no era solamente obra de la guerrilla y que allí
estaba metido el narcotr?fico. Y a lo largo de ese año don Guillermo
hizo la misma denuncia, hasta que el 17 de diciembre del año siguiente
lo asesinaron.

Pero también habían hablado en diferentes foros Hernando Baquero
Borda y lo asesinaron. Y Enrique Low Murtra, rescatado por las tropas en los
hechos del Palacio y después nombrado decano de derecho de La Salle,
quien también había denunciado la vinculaci?n de Los Extraditables,
narcotraficantes reconocidos de la época, en la toma del Palacio, y también
lo asesinaron. Yo lo se?alé desde la presentaci?n de mi libro sobre el
Palacio en año 2000.

El narcotráfico apoyó económicamente la toma y al M-19
en la Constituyente del 91. Tenían cosas en común: hay que recordar
que uno de sus fundadores fue Iván Marino Ospina, vinculado a los carteles
de la droga del Valle del Cauca, quien unos meses antes murió en un combate
cuando el Ejército allanó una casa del narcotraficante José
Santacruz Londoño.

?Los "fantasmas" del Palacio, esa voz angustiosa del presidente
de la Corte Suprema, Alfonso Reyes Echandía, suplicando un diálogo,
se le siguen apareciendo en sus sueños o pesadillas?

A mí me deja dormir la tranquilidad de mi conciencia porque contribuimos
y expusimos la vida por sacar 245 personas con vida, entre ellos más
de 20 magistrados, por salvar el estado de derecho. Le queda a uno un pesar
pero tiene uno la tranquilidad de que hizo lo humanamente posible. Ese pesar
es no haber logrado sacar la totalidad de los secuestrados con vida.

?La vía armada era la única solución posible a
la crisis?

Yo creo que sí. Era una decisión que no tenían que tomarla
los militares. Betancur tomó la decisión y me parece que acertó.
No hab?a otra alternativa. Belisario a lo largo de muchos años les había
dado a los señores del M-19 todo lo que le pedían, con el propósito
de lograr la paz y la forma como le pagaron fue ésta. Desde su nacimiento
el M-19 quería el poder, por eso su escudo rezaba "Con el pueblo,
con las armas al poder".

?El presidente Betancur en todo momento de la crisis fue autónomo?
?En algún instante los militares le hablaron al oído?
?Pudo haber sido rehén de ustedes los militares?

Él fue autónomo y en su alocución al término de
la batalla le dijo al pueblo colombiano que durante todo el tiempo él
tuvo el mando de la situación, dio las órdenes y para bien o para
mal él se hace responsable de todo. Y esto lo dijo antes de que empezaran
las investigaciones, lo cual nos deja la claridad de que él actuó
con absoluta autonomía.

?Era algo así como vencer o morir y de ahí esa frase
célebre suya?

Claro. En la noche, cuando saqué los carros del Palacio porque el fragor
del incendio los ponía en peligro, ya que el peor enemigo de los blindados
es el fuego, me encontré con un grupo de periodistas al bajar del tanque
que me preguntaron cuál era la decisi?n del Ejército, y se me
hizo tan de Perogrullo la pregunta que les contenté un tanto irónico:
"Estamos manteniendo la democracia, maestro". Eso era lo que estábamos
haciendo.

Yo he sufrido mucho después de los hechos del Palacio por la persecución
política que me montaron los mismos amigos de los asaltantes, sobre todo
entre 1986 y el 92 cuando insinuaban que tal vez el Ejército había
tenido que ver con la muerte de los magistrados o con el incendio.

?Qué lo motiva a que 20 años después esté
viajando por el país llevando su versión de la toma? ?Acaso algún
remordimiento?

Es una intención institucional. El Comando General de las Fuerzas Militares
ha querido que alguien recorra el país y le cuente a las nuevas generaciones
qué fue aquello, sobre todo ahora cuando se ha decantado la situación.
Ya han pasado 20 años, los muchachos tienen que conocer la historia reciente
y qué mejor que hacerlo de boca de uno de sus protagonistas, porque a
mí me tocó jugar un papel protagónico, que le hubiera toca
a cualquiera que se desempeñara como comandante de la Escuela de Caballería.

Insisto, ?no había otra opción que el fuego?
No había otra opción. Ante un golpe de Estado el Presidente si
se pone a dudar pues termina depuesto y estaríamos sometidos a un régimen
totalitario y seguramente usted no estaría haciéndome esta entrevista
ni yo contestando, porque lo primero que sucede con los regímenes totalitarios
de izquierda es que se acaba la libertad de expresión.

?D?nde queda el capítulo de los desaparecidos de Palacio?
Este capítulo es muy lamentable. Nadie sabe qué pasó con
ellos y quienes podrían dar la respuesta son quienes se tomaron el Palacio
y quienes pudieron haberlos visto, pero fallecieron en el combate. Los soldados
que entramos luchando no vimos en ningún momento a la gente de la cafetería,
seguramente ya se la habían llevado como rehenes esos señores.
No olvide que rescatamos 245 rehenes, no olvide que hubo errores procedimentales
por parte de la Policía Judicial y Medicina Legal en la identificación
y el levantamiento de los cadáveres, lo cual ha generado ese tipo de
confusión. A mí me parece que los desaparecidos están muertos,
pero no puedo aseverarlo.

?En esta historia usted se considera un héroe o un villano?
Olvídese que me voy a calificar de villano, eso no lo voy a hacer y me
parecería pretencioso calificarme de héroe. Esa es una calificaci?n
que tiene que darme la historia y ya veremos cuando yo ya no esté aquí
qué dice la gente que estudie lo que pasó.

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