David Orlando Silva Espinosa, Abogado UNAB graduado en 2009, fue representante ante la Junta Directiva y Presidente del Consejo Superior estudiantil en los período 2006-2007 y 2008- 2009, según resolución de Rectoría N° 310 de Enero 24 de 2007.
Después de cinco años de haber tenido el honor de ser Representante de los Estudiantes ante la Junta Directiva de la Universidad Autónoma de Bucaramanga –UNAB, y Presidente del Consejo Superior Estudiantil, escribir estas líneas me genera una bella reminiscencia de aquellos tiempos, pues fueron muchas las lecciones de vida aprendidas en aquellos años, las cuales deseo compartir con la comunidad estudiantil destinataria de éste escrito. Sin temor a equivocarme, puedo afirmar que durante mi proceso como Presidente del Consejo Superior Estudiantil de la UNAB, el mayor reto fue asumir la conciliación de intereses entre los cambios que deseaba introducir la Junta Directiva de la Universidad y las demandas del movimiento estudiantil que confió en mí para servirles como vocero ante el máximo órgano de Dirección de nuestra amada Alma Mater. Fue un proceso de transformación y reingeniería ejecutado bajo el acertado liderazgo del Dr. Alberto Montoya Puyana, quien para entonces asumía nuevamente la Rectoría y como cualquier líder que pretende introducir cambios en una entidad, se vio enfrentado a los apoyos y resistencias del ¨statu quo¨.
En el escenario descrito, se desarrolló un ambiente conformado básicamente por tres sectores; uno por personas con legítimas demandas y propuestas serias, otros con posturas egoístas y menos constructivas y finalmente un tercer grupo indiferente por desvinculante desidia o conformidad con la situación planteada. De otro lado, estaban las convulsiones generadas por sectores confundidos o malintencionados, que avivaron y encauzaron en un sentido erróneo al movimiento estudiantil. Frente a esta situación, tuve que tener la entereza para tomar decisiones y asumir posiciones, lo cual realmente no fue fácil, sin embargo recuerdo que le pedí consejo al Dr. Alfonso Gómez Gómez, –enseñanza que comparto con mis compañeros aspirantes al Consejo Superior Estudiantil– quien en su sabiduría dada gracias al paso del tiempo, la Academia y al ejercicio honrado de la política desarrollado con éxito por muchos años, me dijo en síntesis: ¨ Fórmese un concepto de la situación, actúe según su conciencia y lo que considere correcto, no importa lo que digan sus contradictores, (entiéndase directivos de la Universidad o estudiantes) porque si obra bien, el desarrollo de los acontecimientos le dará la razón y la paz interior de haber hecho lo correcto.¨
Con este maravilloso consejo en mi haber intelectual, decidí estudiar a fondo las propuestas formuladas por las Directivas y las peticiones de los compañeros, seguidamente con estos insumos, procedí a socializarlas con el Dr. Montoya, quien fue firme en lo fundamental y flexible en las justas aspiraciones de los compañeros, todo en un contexto de respeto y verdadero deseo de hacer bien las cosas en beneficio de la Familia UNAB. Siguieron después muchas reuniones y debates. Finalmente, como mencioné, tuve que tomar decisiones y posiciones, las cuales, –sin temor a sonrojarme– estuvieron en consonancia en su gran mayoría con las adoptadas por la Rectoría y su cuerpo asesor, decisiones y medidas gracias a las cuales, hoy por hoy nuestra Universidad se encuentra en una estable condición financiera y Ad portas de llevar con éxito el proceso de Acreditación Institucional, razón por la cual me reconforta en grado sumo haber participado de dicho proceso y haber omitido las voces que pregonaban escenarios catastróficos, porque bien es cierto que en todo de toma de decisiones, hay pocas recompensas por mitigar daños, pues rara vez es posible demostrar que las consecuencias habrían podido ser peores de lo que fueron y sólo las personas que participamos activamente en dicho proceso, podemos dar fe de la situación en la cual hoy estaría nuestra Universidad, sino se hubieran tomado los correctivos que se adoptaron en su momento, ya que las políticas aplicadas estuvieron enfocadas al engrandecimiento de la Institución y como bien afirmo el estadista británico Lord Clarendon: ¨Un país que busca grandes cambios y no está dispuesto a correr grandes riesgos se condena a la futilidad¨. De ahí que si deseábamos llevar a la UNAB al posicionamiento que tenemos actualmente en el Oriente Colombiano y a nivel nacional, era necesario tomar decisiones y riesgos, pues nada se consigue con posiciones pusilánimes.
Finalmente me gustaría compartir con los compañeros que desean aspirar a cargos de representación estudiantil de nuestra Universidad o forjar una carrera política, algunos apartes de las reflexiones del ex Asesor de Seguridad Nacional y ex Secretario de Estado de los Estados Unidos, Henry kissinger, de su obra cumbre, ¨Diplomacia¨; acerca de la diferencia entre intelectuales y estadistas:
¨Los intelectuales analizan las operaciones de los sistemas internacionales; los estadistas los construyen. Y hay una gran diferencia entre la perspectiva de un analista y la de un estadista. El analista puede elegir el problema que desee estudiar, mientras que los problemas del estadista se le imponen. El analista puede dedicar todo el tiempo que juzgue necesario para llegar a una conclusión clara; para el estadista el desafío abrumador es la presión del tiempo. El analista no corre riesgos. Si sus conclusiones resultan erróneas, podrá escribir otro tratado. Al estadista sólo se le permite una conjetura; sus errores son irreparables. El analista dispone de todos los hechos; se le juzgará por su poder intelectual. El estadista debe actuar basado en evaluaciones que no pueden demostrarse en el momento en que las está haciendo; será juzgado por la historia según la sabiduría con que se haya enfrentado al cambio inevitable y ante todo por lo bien que haya conservado la paz ¨.
Por todas las razones anotadas, me permito invitar a todos los estudiantes que tengan la pasión política en su ser, a que participen activamente en el proceso de elecciones de Consejo Superior Estudiantil – UNAB, pues pese a que deberán lidiar con las miserias humanas (envidias, vanidades, injurias, calumnias…) encontrarán las recompensas que sólo brinda el Servicio Público, templaran su carácter e implementaran una serie de competencias y habilidades sociales que serán trascendentales en su desempeño laboral, las cuales, en mi caso, tengo hoy la fortuna de aplicarlas y ponerlas al servicio de mi trabajo con la Presidencia de la República.