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Palabras que acompañan, tranquilizan y alegran

Sep 15, 2005 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Textos y foto Camilo Jaimes Ocaziónez
cjaimes2@unab.edu.co
Dentro de la clínica Materno Infantil San Luis, dos mujeres jóvenes,
vestidas con batas blancas, limpian con alcohol los libros de cuentos de la
pequeña biblioteca ambulante de Palabras que Acompañan. Luego
caminan por los pasillos empujando, de habitación en habitación,
el carrito verde con los libros: ellas les leen a los niños y a sus padres.
“Somos lectoras de cuentos”, dice con desenvoltura Carolina Rueda,
estudiante a punto de graduarse como filósofa de la Universidad Industrial
de Santander.

“Nos importa acompañarlos a través de los cuentos porque
se sienten más tranquilos. Nos gusta divertirlos leyéndoles, además
porque la lectura les sirve para luego expresar sus sentimientos”, comenta.

Palabras que Acompañan es una iniciativa de la compañía
farmacéutica Dolex Glaxo SmithKline que comenzó en 2002 en Medellín
y Bogotá, y que ahora está en 5 ciudades más: Cali, Manizales,
Barranquilla, Cartagena y Bucaramanga. “Aquí somos 4 lectoras pero
hay unas 50 en todo el país”, cuenta Carolina.

“Nosotros le hacemos difusión a la lectura. En principio lo más
importante es que el niño decida si quiere leer o si quiere que le leamos.
Casi todos, pero en especial los adolescentes, prefieren leer solos. Siempre,
al rato, nos piden que les leamos”, explica Carolina y aclara que ellas
le leen a niños de 2 meses de edad en adelante: “Esto es muy significativo
porque así invitamos a las mamás a que ellas también les
lean cuentos a sus hijos”.

Palabras que Acompañan tiene una biblioteca de cerca de 2.000 textos
seleccionados por la Fundación para el Fomento de la Lectura (Fundalectura).
Cada lectora trabaja con 25 libros que van rotando. “Todos han sido escritos
para niños y por lo general vienen muy bien ilustrados con temas educativos.
Muchos son de autores colombianos”.

La jornada de cada una dura 4 horas. Recorren los pasillos entregándoles
libros a los que están en Urgencias, les cuentan historias, les leen,
juegan con ellos. En las habitaciones comparten con los padres y los involucran
en la lectura.

“Empezamos y terminamos el día limpiando muy bien los libros.
Aunque nuestro trabajo siempre consiste en leerles cuentos a los niños,
la experiencia cambia todas las veces porque todos escogen libros diferentes
y tienen una manera distinta de ser espontáneos. Es común que
les leamos cuentos un rato y después nos pidan prestados los libros para
seguir leyendo, entonces es posible que les prestemos o les regalemos alguno”,
expresa Carolina.

A esta clínica, en un día común y corriente en Urgencias
puede haber 20 niños con brazos partidos, infecciones, intoxicaciones
y diarreas, aparte de los 28 en promedio hospitalizados.

Carmen Elisa Espinosa, coordinadora de Servicio al Cliente, piensa que “con
este servicio casi todos los que vienen a la clínica salen beneficiados
porque la calidad humana y el carisma de las niñas -dice refiriéndose
a las lectoras- es increíble”.

“Nos escogen porque nos desenvolvemos bien con ellos y disfrutamos mucho
de su compañía. Somos estudiantes universitarios a los que nos
encanta trabajar en esto”, afirma Carolina.

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