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Primera Summa Cum Laude UNAB

Jul 17, 2012 | Institucional

Por Ricardo Jaramillo P.
En la ceremonia de grados del viernes 13 de julio, Iliana Restrepo Hernández pasó a los anales de la historia de la Universidad al convertirse en la primera persona en recibir el máximo reconocimiento que puede otorgar una institución universitaria: la distinción Summa Cum Laude.

Restrepo Hernández obtuvo el título de Profesional en Estudios Literarios, carrera que ofrece la Universidad en modalidad virtual, y la cual finalizó con un promedio general acumulado de 4,76.

La cartagenera inició estudios de periodismo en la Universidad de Navarra (España) pero no los finalizó. Se ha casado cuatro veces, de su primer matrimonio tuvo dos hijos: Juliana y Juan Luis Lobo Restrepo, y de su segunda unión nació Klaus Meisel Restrepo. Su actual esposo es Ignacio Vélez Pareja. La alegría que irradia Iliana se debe también en gran parte a sus nietos: Santiago, Tomás, Andrés y Mariana.

Pese a no cursar una carrera, su afición por los libros la llevó a ser autodidacta en temas relacionados con la informática, contabilidad financiera, cooperación internacional y turismo, industria en la que trabajó durante diez años. Trabajó con su hermano Álvaro en la Corporación Colegio del Cuerpo, de reconocimiento nacional e internacional en la danza, desde su fundación en 1997 hasta 2006 como gerente administrativa y financiera.

En 2007 se vinculó a la Universidad Tecnológica de Bolívar como directora de la Escuela de Verano y desde 2009 es la directora del Área de Internacionalización de esa institución. Inició sus estudios de Literatura en la UNAB en 2007 y su tesis de grado fue ¿La leyenda de Yuruparí: sociedad patriarcal, camino expedito hacia la misoginia¿.

¿Qué motiva a una persona que tiene su vida ya hecha a estudiar en la universidad?


Una gran sed de conocimiento y un sueño largamente acariciado de ser profesional en lo que más me ha gustado siempre: las letras. Existen motivos más pragmáticos: aunque he sido una autodidacta en muchos campos, no ha sido para nada fácil, en una época en que se le da tanta importancia a los títulos, pasar por la vida sin tener un título universitario que avale lo que uno dice. Se le da poca importancia a la experiencia y un título profesional es necesario para que algunas personas lo valoren a uno y lo tengan en cuenta. También es cierto que de alguna manera a esas personas no les falta algo de razón. La academia da cierto rigor, un orden mental necesario para establecer prioridades y para dar organización a ese conocimiento, abre las puertas a más conocimiento y brinda muchas oportunidades para entender que el conocimiento es ilimitado.


¿Por qué Literatura y no algo más afín con su perfil profesional?


La literatura es afín con todos los perfiles profesionales. Esa es la verdadera magia de la literatura. En ella se puede aprender todo lo que se necesita para vivir. En la literatura está alojada la sabiduría humana; se encuentran razones para soñar, dudar, amar, aprender, trabajar¿ Todo profesional debería, si no estudiar literatura, sí contar con la literatura como el complemento, aliado y cómplice de su vida personal y profesional.


Ahora que terminó su carrera, ¿Qué dice del modelo de educación virtual?


La educación virtual es y seguirá siendo el modelo más apetecido para estudiar. No me cabe duda que el futuro será de la educación virtual. Sin embargo, considero difícil que una persona que no tenga la suficiente disciplina y madurez pueda sacar provecho de este modelo. Se requiere además de dedicación, mucha apertura mental. Es el modelo donde verdaderamente se aprende a aprender, en el que el profesor es un facilitador, un tutor, es quien orienta para que uno encuentre el conocimiento por uno mismo pero no es quien imparte ese conocimiento. El profesor tradicional acostumbra a ver a sus alumnos de frente. El tutor virtual intuye y conoce a sus alumnos por sus comentarios en el foro y por su desempeño; no está mediado por una mirada, por un gesto, sino por el resultado de sus acciones.


El que una persona con su recorrido profesional entre a una universidad en una modalidad novedosa y obtenga el promedio más alto de la institución, ¿es la muestra de que se necesita ser un comelibro para estudiar en modalidad virtual?


Esto lo que demuestra es que la edad no es una barrera para alcanzar los sueños. Estudiaba mucho porque gozaba haciéndolo, nunca sentí que fuera una obligación, no debía mostrarle las notas a nadie, no había quién me castigara o me premiara por una buena nota o porque perdiera una materia. Es tan sólo la satisfacción personal del deber cumplido y lo que aprendía era lo que me llenaba de felicidad. Nunca supe cuáles notas sacaban mis compañeros, entonces no tenía con quien compararme. No se necesita ser un comelibro para obtener buenos resultados, sino disfrutar apasionadamente lo que estudia. Si no hubiera sacado las notas que saqué, ni hubiera obtenido la distinción Summa Cum Laude, hoy estaría igualmente dichosa, porque lo que aprendí, lo que se enriqueció mi vida en estos cuatro años, nadie me lo puede quitar. Gandhi decía: Hay que vivir como si fuésemos a morir mañana y aprender como si fuésemos a vivir eternamente, he integrado esta máxima a mi vida y busco practicarla día a día.


¿Es la muestra de que las tecnologías de información y comunicación (TIC) no son exclusivas de ingenieros de sistemas o de adolescentes que viven inmersos en las redes sociales, sino de todo el mundo?


Si se me quiere tomar como ejemplo de esta afirmación, la respuesta es sí. La tecnología ha avanzado para facilitarnos la vida, nuestro quehacer diario y la búsqueda del conocimiento y así hay que verla y utilizarla. Pero también hay que saber buscar y hay que saber encontrar. No todo lo que está a disposición de todos en la web es útil ni verdadero. He tenido la ventaja de que me he mantenido al día en los avances tecnológicos y hoy a mis 56 años me atrevo a decir, aunque suene arrogante, que en muchos aspectos, sé más que algunos de los llamados nativos digitales, esto se debe a que he sido curiosa, la curiosidad ha sido mi mayor aliada, mi guía y me ha permitido llegar hasta el punto que Juliana, mi hija mayor, me diga con cariño y admiración, que soy su tecnomami.

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