Este año la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) y el Acueducto Metropolitano de Bucaramanga (amb) comenzaron a materializar el proyecto de investigación y desarrollo tecnológico que ganó en la Convocatoria Beneficios Tributario 2022 del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Minciencias), con una inversión superior a los 6 mil millones de pesos, que alcanzó la máxima puntuación posible y fue el séptimo mejor calificado de cerca de 300 aceptados.
El proyecto llamado Evaluación de tecnologías para la implementación de estrategias de carbono neutralidad y economía circular en el amb se ha trazado varios retos para alcanzar en los siguientes tres años: mejorar la calidad del agua modernizando la tecnología, incursionar en la economía circular y apostarle a la transición energética.
“Se quiere aprovechar la infraestructura y operación del Acueducto para instalar Fuentes No Convencionales de Energía Renovable, en grandes áreas en las que se podrían instalar paneles solares y generar energía hídrica, así como disponer adecuadamente el lodo que queda tras hacer el proceso para convertir en potable el agua, pues actualmente éste y otros acueductos del país lo devuelven directamente a las fuentes hídricas con el químico que se le agrega, sin contemplar oportunidades económicas para darle un segundo valor”, reveló Alexander Meneses Jácome, director de UNAB Ambiental.
También existe un problema general y es que la infraestructura de los acueductos suele utilizar tecnología muy antigua que se traduce en alto consumo de energía, emplean químicos como el cloro, que progresivamente están siendo sustituidos en todo el mundo, porque generan reacciones con las sustancias que contiene el agua y representan un riesgo a la salud humana, por lo que la apuesta es su modernización.
“Hay un problema muy particular de Bucaramanga y es que las fuentes de agua están conectadas con la explotación minera, en particular el agua que surte una de las bocatomas está contaminada con mercurio y se evita captar en algunos momentos porque la tecnología actual no es adecuada para tratar ese contaminante, entonces el proyecto ha contemplado un componente de investigación, que se basa en trabajar la tecnología biológica para remover el mercurio”, expuso Meneses Jácome.
Son cuatro áreas de la UNAB las que participan en este proyecto: la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI), UNAB Ambiental, el programa de Ingeniería en Energía y Extensión Universitaria. “Prevemos en este proyecto tener tecnologías que sean susceptibles a protección, venimos desarrollando hace cinco años un proceso de una ruta de patentes o propiedad intelectual al interior de la Universidad, por eso ya tenemos una oficina de transferencia de resultados de investigación”, dijo Gerly Carolina Ariza Zabala, directora de OTRI.
Este proyecto está en etapa de perfeccionamiento y contratación personal. Se calcula la vinculación de 10 trabajadores, principalmente que estén cursando posgrados, como maestrías o doctorados en ingenierías y ciencias ambientales, profesionales y técnicos para trabajo de campo, además de la participación de estudiantes de pregrado de Ingeniería y Administración o de semilleros de investigación.
“Esto conlleva no solamente a que desde los proyectos se vislumbre desde su formulación la posibilidad de generar este tipo de tecnologías, sino además se piense cómo es posible que lleguen a ser transferibles al mercado. Una tecnología es transferible realmente cuando hay un beneficio para la sociedad o alguien realmente la está utilizando y soluciona un problema específico”, puntualizó Ariza Zabala.
