Textos y fotos Julio César Alvarado
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Con el asesinato de Gamaliel Santamaría Guarín, quien el 4 de junio recibió un disparo en el corazón por parte de un atracador en la carretera hacia el Café Madrid, los taxistas aumentaron la presión en sus protestas contra las autoridades reclamando más seguridad y controles en el área metropolitana, sobre todo en el norte, zona catalogada como crítica por el gremio.
A la muerte por atraco de Santamaría Guarín se suman las de Elkin Ariel Adarme Candela, de 25 años, el 14 de enero pasado en las calles del barrio La Esperanza III. La de Reinaldo Galán Martínez, de 33 años, el 12 de febrero en inmediaciones al Parque Principal de Piedecuesta. La de Jorge Eliécer Riaño Ariza, de 48 años, el 19 de marzo en el barrio Quinta Estrella de Regaderos y la de Jorge Mejía Mejía, de 24 años, el 9 de abril en el barrio García Echeverri de Floridablanca, todos asesinados por rehusarse al atraco.
"Los taxistas tienen que confiar en que tenemos policías investigadores que están sacando estos casos adelante y próximamente se van a ver los resultados de dichas investigaciones. Hemos capturado este año un total de 19 atracadores de taxistas en flagrancia y cinco más por lesiones", dijo el teniente coronel José Ricardo Mejía Castillo, comandante operativo de la Policía.
Sin embargo, José Velásquez Pereira, vocero de la Veeduría Poder Amarillo que agremia a 2.800 taxistas del servicio nocturno, de los 7.336 que transitan en Bucaramanga y su área metropolitana, denunció un aumento en los atracos durante 2006 que supera en un 50% los registrados en 2005 y aseguró que a la fecha se han registrado 109 atracos sólo en el norte.
"La hora neurálgica es de 9 de la noche a 2 de la mañana en los barrios Regadero, Las Olas, María Paz, La Independencia , Las Marías, en Girón y en toda la zona Norte. Tenemos un promedio de tres atracos diarios y por eso le pedimos a la Policía que mantenga la seguridad de manera permanente con retenes móviles. Las únicas armas con que contamos nosotros los taxistas son la voluntad de Dios y la protección que Él nos da", dijo.
Las bandas
Voceros de la Veeduría Poder Amarillo , explicaron que los trabajos de inteligencia realizados por los mismos conductores, les permitieron conocer y denunciar ante las autoridades competentes los nombres de las bandas que delinquen en el norte de la ciudad.
En total identificaron seis pandillas compuestas en su mayoría por jóvenes entre los 12 y 32 años: Los Limones que operan en los barrios La Juventud , Transición y Regadero Norte. Los Reyes , ubicados en los barrios Villa Rosa, Villa Helena y Olas altas y Bajas. Los Yiyos, que operan en los barrios Altos del Progreso y Divina Salvación. Los Chepitos, ubicados en la zona de La Independencia , La Juventud y la vía a Matanza. Los Haladores, que suelen refugiarse en el barrio Café Madrid y Las Merlinas , que delinquen en los sectores de Chapinero, San Rafael y Norte Bajo.
La conformación de estas pandillas no es ninguna novedad. El 17 de mayo pasado, la Defensoría del Pueblo de Bucaramanga presentó un informe de riesgo en el que reveló que entre el año 2003 y el primer trimestre de 2006 fueron asesinadas en el norte 203 personas, de las cuales 114 eran jóvenes, para un promedio de 2,4 muertes cada mes.
Ante estas cifras, el jefe de la Policía Comunitaria de Bucaramanga, mayor Fabio Castillo, aseguró que ya están tomando cartas en el asunto.
"Tenemos unos planes específicos de acercamiento a los jóvenes de los barrios La Independencia , Regadero y Comuneros y les ofrecemos programas de prevención de consumo de drogas. En el tema de violencia intrafamiliar se trabaja con un grupo interdisciplinario integrado por psicólogos, trabajadores sociales y gente capacitada en resolución de conflictos", agregó.
Y aunque algunos habitantes del sector se niegan a hablar por temor a represalias, otros como Astrid Estupiñán Barrera, residente del barrio Esperanza II, asegura que están estigmatizando a toda la población del norte.
"La ciudad siempre nos señala sin saber la realidad que vivimos. Aquí también hay gente que estudia en la universidad, que trabaja y es honrada, responsable, lo que pasa es que el imaginario de la gente es que aquí todos son ladrones que atracan y no estudian", comentó.
Las soluciones
El comandante operativo de la Policía de Santander, teniente coronel Mejía Castillo, escuchó atentamente al gremio de taxistas en una reunión realizada el pasado 20 de junio a la 1 a .m. a las afueras del Hospital Central de Norte, en la que participaron por lo menos 100 taxistas, quienes asistieron con la intención de presentar alternativas de seguridad que permitan la reducción de los atracos.
"En estos momentos y desde abril, cuando nos comprometimos a incrementar las medidas de seguridad, se han mantenido los puestos de control en el CAI de La Virgen , en la entrada al barrio Morrorico y entre el Café Madrid y la vía Chimitá. A ese compromiso llegamos y así lo estamos cumpliendo", aseguro Mejía Castillo.
Pese a ello, los taxistas siguen reclamando mayor presencia policial en las zonas consideradas por ellos como críticas.
"Pedimos que nos cumplan y aumenten el pie de fuerza en los barrios del norte, porque nos matan a un compañero y la seguridad aumenta, pero a los tres o cuatro días volvemos a quedar en manos de la delincuencia.", aseguró Luis Eduardo Ardila Amaya, conductor de taxi.
Como resultado de la reunión, el comandante operativo de la Policía se comprometió a mantener los retenes en las zonas críticas, capacitar a los conductores en seguridad preventiva y hacer requisas móviles en los semáforos y otros sitios de la ciudad.
"A largo plazo se tiene prevista la instalación de una estación de Policía en el norte y la construcción del CAI en Puente Lata. En este sentido, el alcalde de Bucaramanga y el secretario de gobierno están trabajando y buscando los recursos", aseguró Mejía Castillo.
Por ahora los taxistas están a la espera de que cesen los atracos y los asesinatos de conductores y anunciaron que de no garantizárseles las medidas de seguridad suficientes en las zonas críticas tomarían sus propias medidas como prestar el servicio hasta las 6 de la tarde o en el peor de los casos no prestarlo en dichos lugares.
