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Todos están en riesgo

May 2, 2005 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Quienes juegan no son necesariamente adictos pero, de cualquier manera, jóvenes, adultos, viejos y apostadores ocasionales están en riesgo de convertirse en ludópatas.

Aún no se conoce la causa exacta para que se desarrolle la adicción al juego pero en los años 80 se determinó que, al igual que en otras adicciones, en la ludopatía hay una predisposición genética y biológica debido a que "el cerebro de cada persona está configurado de manera diferente. No todos los individuos generan dependencia, pero hay unos que sí necesitan estar en situaciones de riesgo y apuestas para sentirse bien", asegura Franco, quien añade que el aspecto cultural y familiar influye en los jugadores.

"La sociedad y algunos medios de comunicación trasmiten el mensaje del dinero fácil, del menor esfuerzo. Inclusive en un periódico local hace como dos meses salió un artículo donde se hacía alusión a los casinos como sitios buenos, de recreación familiar y eso es un engaño", complementa el especialista.

Óscar Mauricio, un joven de 24 años, estudiante de la Universitaria de Santander (Udes) cuenta que inició con las apuestas en el año 2000: ?En un principio yo venía con mis amigos a mirar, un día le eché 5 mil a la máquina y me gané 200 mil. Seguí jugando y ya llevo cinco años viniendo al casino, me la paso acá y por eso casi ni le dedico tiempo al estudio?.

Su caso está relacionado con la afirmación del médico Jorge Franco quien comenta que una de las poblaciones más vulnerables a convertirse en adicta es la universitaria y estudiantil de colegios.

Una situación preocupante que ha podido comprobar desde su papel como docente de la Facultad de Medicina de la UNAB: "Los estudiantes no sólo van a casinos sino que entre ellos mismos se reúnen a jugar cartas, dominó, pero también otros juegos y siempre involucran apuestas, grandes cantidades de dinero; incluso hay casos en los que llegan a apostar la plata del semestre o la que estaba destinada para su manutención".

Cristian Caballero, estudiante universitario y jugador, sostiene que "la plata no es lo más importante pero le da emoción e interés al juego".Mientras que Óscar Mauricio asegura que "si uno tiene 20 mil, 20 mil le echa. A veces uno gasta lo del bus, lo de las comidas por echarle a las máquinas. A veces se gana, otras se pierde pero casi siempre pierde, yo lo sé pero son más las ganas de jugar. En ocasiones si traigo 500 mil, 500 mil apuesto".

Franklin Villabona, quien permanece en el sector de Cabecera, donde están ubicados tres reconocidos casinos, cuenta que a estos sitios entran estudiantes de todas las universidades y agrega que él ha visto jóvenes empeñando lo que tienen, desde la grabadora, televisor, reloj y lo que tengan, sólo por satisfacer la necesidad de apostar.

"La conciencia de enfermedad es muy pobre"

Gina, quien reconoce que va más de tres veces por semana al casino con su novio o sus amigos y que puede estar toda una tarde o todo un día jugando, asegura que se puede controlar el juego: "Depende de cada quien, cuando yo no quiero venir no vengo, o si vengo no juego eso lo decido yo".

Por su parte, Julián Fernando, quien le dice a su familia que estaba estudiando cuando realmente está es en el casino para que "no me jodan", afirma que "es algo incontrolable". Lo mismo le pasa a Óscar Mauricio. Él sostiene que al principio iba por diversión pero "después a uno se le convierte en un vicio".

Al respecto, el psiquiatra Jorge Franco explica que es necesario que los jugadores ludópatas acepten su enfermedad y busquen ayuda especializada aunque esto puede resultar difícil debido a que "la conciencia de enfermedad es muy pobre y pocas personas llegan a los consultorios por sí mismas".

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