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Un caldista es el timonel del Atlético Bucaramanga

Sep 26, 2005 | Institucional

Por Pastor Virviescas Gómez
Con una oración a Dios y una felicitación a los jugadores
empezó Nelson Reyes el entrenamiento del Atlético Bucaramanga,
después de ganarle 2-1 como local a un encopetado Atlético Nacional
de figuras como Víctor Aristizábal, Héctor Hurtado y Aldo
Leao Ramírez.

Reyes, desde hace dos meses director técnico del equipo leopardo, es
bachiller del Instituto Caldas (promoción 1991) y aunque no recuerda
al pie de la letra el himno del Colegio, lo primero que expresa es su gratitud
con la Institución.

“El Caldas me trae los mejores recuerdos. Atahualpa Ibarra era nuestro
profesor de Educación Física, que nos ponía una vuelta
bravísima por el Cementerio La Colina, pero siempre yo punteaba el grupo
porque era un deportista con talla de selección y muy buen físico.
También recuerdo las madrugadas de los sábados a clase de Francés
y las semanas culturales, que eran bonitas y nos integraban bastante. Además
cultivé un grupo de amigos que todavía converso con ellos. La
etapa de colegio es la más hermosa…”, dice Reyes.

Cuando ingresó al séptimo grado en el Caldas donde se encontró
con la coordinadora Yanira –a quien nunca olvidará por su carácter
y “tirones de oreja” –, Reyes vio que en los juegos intercolegiados
les metían de a nueve y diez goles. Para remediarlo, sedujo a unos amigos
que estudiaban en el San Pedro y que jugaban con él en la Selección,
se cambiaron de colegio y hablaron con la entonces rectora Sonia Torres para
que removieran al entrenador y pudieran manejar el equipo.

“Ahí fue donde me empezaron las ganas de ser entrenador. Yo jugaba
y un compañero, el ‘mosco’ Acevedo, era quien dirigía.
Armamos un buen equipo hasta el punto que en dos años peleábamos
el título con el Tecnológico y el Santander. En una semifinal
con el Americano, la rectora dio permiso y llenamos las graderías de
la Cancha Marte con todos los compañeros”, dice Reyes.

Como estudiante, considera que no fue excelente pero tampoco desaplicado y
nunca habilitó. Reyes, de mediana estatura y 30 años de edad,
sonríe poco, se considera un líder y declara que ve a sus dirigidos
como un grupo de amigos y ellos son los protagonistas, mientras él como
técnico es simplemente un guía que trata de planificar los partidos,
orientar a los jóvenes que apenas están empezando y a veces hacer
hasta de papá para solucionar sus problemas.

En poco tiempo su equipo ha derrotado a Quindío, Santa Fe, Real Cartagena
y Nacional y empatado con el campeón de la Copa Libertadores de América,
el Once Caldas. Estos resultados, asegura, son apenas el comienzo de “toda
esta gran campaña que va a hacer este año el Bucaramanga”.
Su objetivo es clasificar entre los ocho mejores equipos de Colombia, “ya
después cualquier cosa puede pasar…”.

Reyes advierte que un ser humano cuando piensa en el éxito debe desaparecer
de su léxico la palabra conformarse, pero que también debe fijarse
objetivos alcanzables para no quedarse como un soñador.

Previendo aquellos días en que los comentaristas deportivos que hoy
lo exaltan lo descalifiquen o cuando los fanáticos se metan con su progenitora
y lo insulten porque perdió un partido o fue eliminado, Reyes dice que
se prepara todos los días porque el fútbol es circunstancial.

“Lo que me interesa es lo que viene, lo de atrás es historia. Ahora
estamos en las buenas y todo es normal, pero así como estoy equilibrado
en los elogios, debo tener el mismo equilibrio cuando de pronto venga una racha
de resultados negativos y en el momento en que eso suceda, trabajar para salir
adelante”, sostiene el técnico del Bucaramanga.

Por ahora quiere seguir dirigiendo al Atlético, darse a conocer en el
ámbito nacional, orientar otro equipo y, porque no, llegar a una Selección
Colombia. Después tomará cursos de dirección en Argentina
y Europa y trabajará hasta que le dure la cuerda en el fútbol,
al que llegó hace 20 años cuando formó parte de la Selección
Colombia infantil en el Suramericano de Venezuela.

La oración, dice Reyes antes de seguir entrenando a sus muchachos, obedece
a que hay que mirarlos como seres humanos que realizan una actividad llamada
fútbol, en la que primero está la parte espiritual, la fuerza
de voluntad y el sentido de pertenencia porque ese es el motor. “Siempre
uno tiene que estar cercano a Dios para poder alcanzar sus sueños y objetivos”,
dice Reyes para luego descender y meterse en asuntos terrenales como la técnica,
la táctica y la conveniencia de un 4-3-3 o de un 4-4-2. Ya habrá
tiempo para el grupo de oración al que pertenecen y en el que sobresale
el jugador César Vásquez.

Si pierden, sostiene, no le echarán la culpa a Dios. “A Dios no
se le pide ganar partidos, sino que nos dé sabiduría y que nos
lleve a tomar la mejor decisión para alcanzar el resultado y si no se
logra, darle gracias porque no salió nadie lesionado”.

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