Por Pastor Virviescas Gómez
Gregory Alves Rodrigues tenía la posibilidad de irse a estudiar a Inglaterra, Alemania o Estados Unidos, pero prefirió empacar su maleta y emprender el viaje Montpellier (Francia)-Bucaramanga.
A esta ciudad llegó el pasado 19 de julio después de haber escuchado todo tipo de comentarios de amigos y familiares que no se explicaban la razón por la cual este joven galo optaba por venirse a estudiar durante un año a la UNAB, ubicada en un país que en el exterior es visto con cautela o simplemente tachado con la X de peligro.
“Mucha gente en Francia piensa, por ejemplo, que en cualquier calle de Colombia se consigue cocaína, o que todos los días hay ataques de las Farc. Pero yo lo escogí porque quería un destino en América Latina y Colombia es un país bonito, con una historia interesante”, dice Alves, en un castellano fluido.
Una vez arribó a la capital santandereana, su padre –un ingeniero de origen portugués– también lo llamó desde la ciudad de Gonfaron (cerca a Marsella y al Mar Mediterráneo), inquieto, para averiguar en qué condiciones se encontraba. Gregory le respondió con una sonrisa, contándole que está dichoso con el ambiente en la Universidad, que a pesar del caos generado por el cierre de vías por la construcción de Metrolínea está contento con la familia Ordóñez que lo acogió en la Ciudadela Real de Minas, y que no deja de asombrarse con la belleza de las jóvenes.
Tiene 21 años y es la primera vez que pisa el continente americano. Combina las clases de Finanzas, Pensamiento Estratégico y Economía Colombiana, entre otras, con la práctica los miércoles y viernes del tenis de campo, aunque también le gusta el baloncesto y el fútbol, deporte del que prefiere no hablar para evitar que le pregunten por el cabezazo de Zinedine Zidane a un rival en la final del Mundial de Alemania. “Y la rumba”, subraya, porque en su universidad forma parte de la asociación encargada de las fiestas, en la que puede aplicar parte de lo aprendido en las aulas, sobre todo cuando se trata de negociar el alquiler de un lugar, buscar patrocinios y organizar un evento.
Como estudiante de Administración de la Escuela Superior de Comercio de Montpellier, su aspiración es aprobar las materias y obtener la doble titulación que le permite el convenio vigente entre las dos instituciones de educación superior.
Ya estuvo en Barichara y tiene diseñado un itinerario que lo llevará a Cartagena y Santa Marta en los próximos puentes. Ha probado de todo tipo de comida, dice que la gente le ha parecido amable e insiste en que las mujeres son “muy bonitas”.
Para el próximo verano retornará a París, tomará un tren y tendrá a sus allegados inmóviles durante largas horas escuchándole sus experiencias y aventuras en esta tierra que su madre nunca conocerá porque le tiene pánico subirse a un avión.