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Un mago con alma de periodista

Sep 18, 2006 | Institucional

Por Ricardo Jaramillo P.
A sus “treintaypocos” años, Óscar Hugo Medina Lizarazo se siente feliz con lo que ha hecho en la vida. Ha retado la muerte colgándose de una grúa a más de 30 metros de altura, encadenándose durante 80 horas alimentándose sólo de líquidos y sin poder ir al baño y hasta sepultándose en un cajón de concreto durante más de un día sin contacto con el exterior.

Pero el sentía que esa felicidad estaba incompleta y tras dedicar más de diez años a realizar todo tipo de proezas bajo el nombre artístico de Óscar Ziztman, se decidió a cumplir otro de sus sueños: ser periodista y por eso, desde junio de este año, es un nuevo alumno de la Facultad de Comunicación Social de la UNAB.

Medina, o mejor, Ziztman, se inició en el mundo artístico hace 15 años, cuando recién egresado del colegio quería estudiar en los talleres del Teatro La Castellana en Bogotá. “Venía un actor ruso al teatro y el costo para estar en su taller era muy elevado, entonces busqué maneras de ganarme el billete y caí en una academia de magia trabajando de barman, cuando comencé a ver magia y ya me había ganado la plata para hacer el taller, ví que ser mago era también ser un actor, entonces comencé a trabajar en eso y ya llevo más de diez años”.

Recuerda con nostalgia cómo sus maestros en la magia, Richard Sarmiento y Gustavo Lorgia, le llevaron como un novato a vincularse a las campañas de cultura ciudadana que impulsó en Bogotá en 1996 el entonces alcalde Antanas Mockus.

Estos proyectos de Mockus fueron imitados en el país y en 1998, el recién elegido alcalde de Bucaramanga, Luis Fernando Cote Peña, inició un proyecto social llamado “Carpa teatro” al que Ziztman se vinculó como ‘mago contratista’. “Inicialmente no me interesó porque Bucaramanga me parecía una ciudad pequeña, donde no podía tener futuro como mago, pero en Bogotá se me acabó la plata y me tocó aceptar la propuesta. Supuestamente serían solo tres meses, pero me empezó a salir trabajo y me di cuenta de que Bucaramanga es una ciudad hermosa, en la que todavía se puede caminar tranquilo, disfrutar de sus espacios; además, lo que más me gusta del santandereano es que es sincero, habla de frente, es muy cordial y le gusta lo que hago”.

Fue aquí, en Bucaramanga, donde Ziztman se ‘consagró’ como mago. En el año 2000 presentó el espectáculo “Desafiando el puente de la muerte”, que consistía en colgarse por los pies, amarrado con una camisa de fuerza y encadenado, de una grúa que lo balanceaba en el vacío desde el Viaducto García Cadena. “Buscaba que la gente dejara de tirarse del puente, quería retar la muerte, pero con el significado de que valoráramos más la vida”.
A partir de este momento, Ziztman no ha parado de trabajar y de presentar actos que para algunos son locuras, pero para otros y especialmente para él, son muestras de magia. Después del viaducto, vino “El juicio final” que se presentó en nueve ciudades del país. “Allí me encadenaban y me encerraban en una caja que era izada por una grúa que a los tres minutos la dejaba caer para que se estrellara contra el piso en una gran explosión. Lógicamente, mientras la gente miraba sorprendida, yo aparecía a un lado del escenario junto a los productos de los patrocinadores”.

“Volar o desaparecer”, “30 Horas sepultado en vida” y “10 Horas de magia”, fueron otros de los actos presentados por este mago bogotano; pero sin duda, el que más recuerda, no tanto por lo reciente sino por lo que significó, fue “80 Horas observando la esperanza”.

“Fue en el parque San Pío en marzo del año pasado. Lo más impresionante que está pasando con el país es que los jóvenes se están quedando sin oportunidades y hacen cosas tontas para llamar la atención como probar la droga, obtener dinero ilícitamente o simplemente no hacen nada porque no tienen los medios para entrar a una universidad, por eso me mantuve 80 horas de pie, sin comer, encadenado en una jaula a 10 metros de altura, como un símbolo para motivar a la gente a pensar sobre qué estaba haciendo en ese momento y qué pensaba hacer en el futuro”.

De su ingreso a la UNAB, afirma que era una tarea que tenía aplazada. “Como mago, me considero un comunicador social empírico, por eso quiero aprender todo lo que pueda de los profesores y de mis compañeros, quiero respirar esa sensación de recibir buenas calificaciones por mi responsabilidad, pero también afrontar un cero o un uno por no presentar trabajos, es algo que siempre quise hacer en mi vida, algo que tenía pendiente, además cuando se trata de estudiar, siempre se es joven”.

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