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Un pirata en el Acueducto de Bucaramanga

Mar 1, 2007 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

Por Carlos Alberto Santos Rueda
csantos2@unab.edu.co
Sin embargo, para la entrevista, el ex futbolista está en su propia casa, situada en la calle 55A No 7W-83 del Mutis, barrio que tiene un valor sentimental para él, a pesar de haber nacido en el Antonia Santos, el 16 de febrero de 1962. “Llegué como a la edad de diez años y aquí ha transcurrido lo que llamaría, mi vida deportiva”, señala Ferrer.

Su capacidad para marcar goles era más que notable, así como su gusto por ellos. Por esta razón, su posición predilecta siempre fue la de centro-delantero o número nueve, como él mismo la denomina. “También alterné, no por mucho tiempo, pero sí por unos seis meses como volante. Es decir, como un nueve retrasado”, explica el ex futbolista santandereano.
 
Fútbol: de juego, a forma de vida
Para cualquier jugador que haya sido profesional, es difícil desligar el fútbol de su niñez. Tanto que es casi imposible imaginar la biografía de Pelé sin una historia sobre Bauru (Brasil), el pueblo donde comenzó a jugar fútbol a los siete años; o de Faustino Asprilla, sin las maltrechas calles del barrio San Antonio de Tuluá; o sobre Carlos ‘el Pibe’ Valderrama, sin la cancha de ‘Pescadito’ en Santa Marta.

De la misma manera, Ferrer narra con cierta alegría nostálgica el momento en el que las canchas de fútbol del barrio Mutis se convirtieron en los únicos lugares donde quería pasar la mayoría del tiempo.

Así fue como a los 20 años se dio a conocer como goleador en la Tercera Leopardos, al registrar 42 anotaciones, y como segundo goleador cuando jugó para la Selección Santander, con la que alcanzó 31 tantos.

Gracias a sus participaciones en estos equipos y la Selección Colombia Juvenil, el Atlético Bucaramanga se interesó por él y así inició su carrera como futbolista profesional.

¿Cuándo empezó su afición por el fútbol?
Desde niño siempre me gustó el fútbol y lo practiqué a nivel recreativo. A pesar de que me gustó desde un principio, nunca pensé en llegar a ser profesional, sino que con el pasar de los partidos empecé a tomarlo como una meta.

¿Cómo llegó al profesionalismo?
Mi llegada se dio en el año 1982, pues de acuerdo con lo que había hecho en  los torneos del 81, cuando fuimos campeones juveniles de Colombia y subcampeones en la de Mayores y en los Panamericanos.

Debido a eso y a que en ese mismo año fui goleador con la Selección de Mayores y en los Juegos Bolivarianos, entonces todo esto me llevó a mi paso definitivo al fútbol profesional. No tuve que hacer trámites de tener que llegar primero a reservas y cosas así, sino que de forma inmediata debuté en el profesionalismo.

¿Qué equipos vinieron después del Atlético Bucaramanga?
Después estuve en Millonarios, Deportes Tolima, Quindío y por último, el Deportivo Cali. Estuve también en las tres Selecciones: la juvenil, la preolímpica y en la de mayores. Después duré cinco años en el fútbol venezolano, donde milité en equipos como Marítimo de Caracas, Unión Deportiva de Barquisimeto y Llaneros de Guanare.
 
¿Por qué ‘El pirata’?
Fue porque, primero que todo, mi padre me pagaba el estudio, hasta que llegó un día en el que se cansó y me dijo que ya no pagaba más porque él sabía que yo prefería el fútbol. Entonces, empecé a jugar en diferentes canchas y a cobrar. Jugaba los sábados hasta cuatro o cinco partidos y los domingos como siete u ocho.

Yo cobraba por eso y de ahí pagaba mi estudio. Como no eran torneos programados por la liga, se trataba de torneos piratas. Entonces, una vez en Bogotá, Hernando Perdomo Ch. me hizo una entrevista, le conté esta historia y me puso el remoquete de “pirata”.

¿Qué edad tenía cuando organizaba esos torneos?
Tenía 18 años. Ya estaba grande, pero uno en ese momento no piensa porque cree que todo lo va a tener en la vida para siempre. Pero llegó el momento en el que mi padre me dijo: no más, y me tocó, como se dice, tomar aire y reorganizar mi vida. 
 
El fin de una historia y el inicio de otra
Ferrer finalizó su carrera como futbolista profesional hace 10 años. Aunque era una decisión que había tomado desde que estuvo en Venezuela, sólo la concretó después de un paso corto por el Real Floridablanca, debido a problemas económicos que este equipo presentó.

Adicionalmente, ‘el pirata’ sintió que el cuerpo no le respondía como antes y creyó que ya era hora de retirarse de las canchas de fútbol, donde jugó durante 22 años.

¿A qué se dedicó una vez terminó su carrera como futbolista?
Me dediqué a las escuelas de formación con niños de 4 a 15 años. Estuve durante un lapso  de siete u ocho años con los niños. También fui a dirigir equipos de la primera C, como en los casos de Aguachica y después Ocaña.

Nos fue bastante bien, pero decidimos renunciar porque no había plata ni consistencia. Posteriormente vine a Bucaramanga y tuve la oportunidad de vincularme con el Acueducto y ahí estoy trabajando.

¿Ha pensado en dirigir algún equipo profesional colombiano?
No. No contemplo la posibilidad de dejar el trabajo para irme a dirigir a la primera A, porque es algo inestable. Allá, un técnico que gana se mantiene, pero el técnico que pierde de una se va para afuera.

Aunque la decisión de mantenerse alejado del fútbol profesional es algo que tiene claro, Alfredo Ferrer también reconoce su deseo ferviente por dirigir a los jugadores de la Selección Santander, pues según él, “hay muchos ‘pelados’ buenos en ese equipo, que, bien orientados, pueden hacer cosas positivas por el departamento y el país”.

Mientras tanto, ‘el pirata’ alterna su trabajo con sus estudios de Tecnología Ambiental en las Unidades Tecnológicas. Cursa cuarto semestre y espera conseguir el título de tecnólogo, para así aportar más conocimientos a su nueva vida como ayudante de operador en la planta de tratamiento de agua potable de Floridablanca.

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