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Un sobreviviente de la guerra que sueña con ejercer el Derecho

Feb 14, 2005 | Institucional

Por Pastor Virviescas Gómez

A las 3:16 de la tarde del viernes 30 de julio de 1999, el mundo se le vino encima al sargento Víctor Daniel Santiago de la Cruz. A esa hora un carrobomba con 100 kilos de dinamita hizo explosión frente a la sede del Gaula del Ejército ubicada en el barrio Calasanz de Medellín y en milésimas de segundo seis casas quedaron completamente destruidas y dos manzanas resultaron afectadas.

El atentado, atribuido a las milicias de las Farc que se vengaban de un operativo realizado hacía pocas horas en las comunas, dejó ocho muertos y más de 30 heridos, entre ellos una decena de niños. La onda expansiva impactó en el costado izquierdo a Santiago quien, inconsciente, quedó debajo de una montaña de escombros.

"Murieron un fiscal oriundo de Bucaramanga, Nelson Niño, tres investigadores, dos detectives y dos soldados que estaban en la puerta y fueron desintegrados", recuerda el entonces ayudante del comandante.

Los pocos sobrevivientes y los grupos de rescate lo dieron por muerto en un primer momento, pero en el camino al hospital Pablo Tobón, el sargento gravemente herido dio muestras de vida. Allí permaneció internado más de un mes en cuidados intensivos, tiempo en el cual los médicos le reconstruyeron la cara y el brazo izquierdo, le drenaron un pulmón y dejaron su vida en manos de un milagro. "Ya nosotros hicimos lo que teníamos que hacer", escuchó que le decían, con el cráneo abierto desde la coronilla hasta la mitad del cuello.

El milagro se dio y hoy, cinco años después, el sargento Santiago de la Cruz está adscrito al Batallón Ricaurte de Bucaramanga. Manifiesta que no está resentido ni quiere revancha y que, por el contrario, se siente optimista porque está cumpliendo uno de sus sueños: graduarse como abogado.

De las filas a las aulas

Cursa segundo semestre de Derecho en la UNAB, a donde llegó a mediados de 2004 después de enterarse del convenio de formación en Derechos Humanos entre la Universidad y la V Brigada. Alcanzó a hacer un semestre en la Universidad Cooperativa, pero cuando cursaba el segundo no se le permitió continuar porque no tuvo el dinero suficiente. Ahora Santiago, quien lleva 17 años sirviéndole a la Patria, adelanta sus estudios cobijado por una beca completa que le adjudicó la UNAB. "Sin el apoyo que nos brinda el rector y la Universidad uno como que siente decaer", dice y comenta que se siente a gusto y está aprendiendo suficiente para ir a trabajar en el área Jurídica del Ministerio de Defensa o en su propia oficina.

Se hizo cabo segundo en Tolemaida, ha estado en el Putumayo y Cundinamarca como miembro de dos batallones de selva, cuya misión es verse de frente la cara con la guerrilla; formó parte del Batallón Colombia en el Sinaí, fue condecorado con la distinción de herido en combate, lo ascendieron a sargento segundo en la Escuela de Infantería, pasó al Gaula de Antioquia, "murió" y volvió nacer, estuvo dos años en un batallón de Sanidad en medio de compañeros enfermos y heridos de bala o por minas antipersonal, lo llevaron a El Vaticano como parte del Jubileo, ascendió a sargento viceprimero, trabajó en Inteligencia y hoy sonríe, mientras sale corriendo para una clase de inglés en el caluroso bloque D, que le recuerda a su natal Barranquilla.

"Los colombianos debemos entender que esta guerra no es solo del Ejército y los rebeldes, sino un problema de todos, y mientras haya personas que sigan buscando las soluciones por la fuerza, este país no va a funcionar", afirma el sargento y futuro abogado Víctor Daniel Santiago de la Cruz, padre de Madelayns, una niña concebida un mes antes de aquel atentado de 1999 que convirtió el preámbulo de la Feria de las Flores de Medellín en un pequeño infierno.

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