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Una mirada distinta al Casanare

Sep 4, 2006 | Institucional

Por Pastor Virviescas Gómez
Héctor Publio Pérez Ángel, además de ser profesor del Programa de Derecho de la UNAB en Yopal (Casanare), es un historiador que se dedica a escudriñar los orígenes de la Independencia de Colombia y afirma que “los llaneros han ganado muchas batallas, pero no han reclamado ningún premio”.

Ubica a su departamento como el punto de partida de las causas libertarias en América y denuncia el abandono en el que está sumida esa región. Pérez Ángel participó en el reciente Congreso de Historia de la UIS, donde dijo que la mayoría de libros están enfocados hacia la región Andina y han olvidado a los inconmensurables Llanos Orientales.

Vivir la UNAB dialogó con este investigador que estableció que en el siglo XVII en la Provincia de los Llanos había haciendas como la de Caribabare, que con sus 470 mil hectáreas –a las que también llevaron negros esclavos del África–, era la más grande de América Latina, por encima de las mexicanas que no alcanzaban las 180 mil.

Pérez Ángel inició su investigación en 1809 cuando tres jóvenes de El Socorro (Santander) –Cadena, Rosillo y Salgar–, después de ser perseguidos por un conato de revolución no encontraron una región más propicia que los Llanos para continuar su causa nacionalista, donde por suerte se toparon con personajes como Ramón Nonato Pérez y Juan Nepomuceno Moreno, así como cientos de campesinos hambrientos de libertad.

¿Cómo es el llanero?
Es una persona sincera, leal y dispuesta a servir. Su forma de vida en la sabana lo hace rudo y con una franqueza que a veces parece grosera, pero es una persona que sirve cuando lo puede hacer y cuando no, sencillamente lo dice.

¿El petróleo ha sido una bendición o una maldición para los Llanos?
Una maldición, sin desconocer los aportes a la integración en la infraestructura –vías de comunicación y servicios–, pero sí añora uno esas épocas en que se decía ‘mi palabra es una escritura’, porque todo se cumplía con la sola palabra. Los llaneros salían a parrandear y si dejaban sus cosas en las tiendas al otro día se las devolvían, porque había un respeto profundo por la propiedad ajena, mientras que hoy en día todo se hace por la plata.

¿Cuál es el aporte concreto de los llaneros para romper el yugo de los españoles?
El aporte económico fue valioso –ganadería y bienes– y el social en cuanto a la entrega de su población con un concepto total a favor de la lucha independentista. También en lo político, porque sus líderes convencieron a sus pares nacionales (Francisco de Paula Santander y Simón Bolívar), para que desde los Llanos se organizara la llamada Campaña Libertadora.

¿Qué tanto de mito y de realidad tiene ese episodio de Rendón y sus 14 desharrapados lanceros que derrotaron a 1.200 enemigos de las huestes invasoras en la Batalla del Pantano de Vargas?
No necesariamente ellos dieron la victoria, sino que en el momento en que se venía perdiendo la batalla lograron retomar posiciones, desorganizar las tropas realistas e hicieron que los demás patriotas entraran en la lucha y se lograra una victoria a favor de los granadinos.

¿Cómo se ha portado la Colombia centralista y de grandes capitales con su región, que es vista como parte de ese otro país?
Falta más convencimiento de ver a los Llanos de otra manera. Se los sigue viendo como una posibilidad, mas no por su riqueza histórica, en cuanto a sus distintos aportes a través del tiempo. Esos conceptos de “Territorios Nacionales” o de “Marginal de la Selva” solamente llevaron a crear un estigma de hijos menores a los que había que ayudar porque no sabían tener su pertenencia, pero cuando aparece el apogeo de la riqueza petrolera en Arauca el avasallamiento de muchas gentes de todo el país creó esa amalgama que nos llevó a conflictos como el que tenemos en Casanare, de corrupción y de desorden político y administrativo.

¿Cuál es la batalla que tienen por ganar los llaneros?
La de rescatar su propia identidad para encontrar los derroteros de aquella región libertaria, sana y de un pensamiento que no estaba amparado por la corrupción o los desórdenes políticos que hoy nos arrollan.

¿Qué no puede dejar de ver alguien que vaya a Casanare?
Asistir en diciembre al Cimarrón de Oro –la principal fiesta donde además de probar la ternera se pueden presenciar competencias de coleo y doma–, ver el trabajo de los vaqueros en un hato e ir al río en época de verano, porque en invierno son muy crecidos y peligrosos.

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