Seleccionar página

Una muestra de gratitud

Jun 25, 2007 | Institucional

Por Armando Pereira Terán

¿Se murió Don Armando¿. Esa fue la primera llamada que recibí el 17 de junio a las seis de la mañana. Se murió mi padrino, fue la imagen que llegó a mi mente y a la vez el recuerdo de toda mi infancia. Se murió ese gran hombre con sentido visionario y social irremplazable, pensé.

Don Armando desde que creó el Instituto Caldas con el doctor Alfonso Gómez Gómez tenía muy claro que la mejor forma de ayudar a sus empleados era ofreciéndoles una beca para que sus hijos estudiaran en el Colegio y de esa forma pudieran ser bachilleres y luego profesionales en la UNAB.

Por ellos pasaron y siguen pasando muchos de los hijos de los empleados de Urbanas y de la UNAB, gracias a la bondad de Don Armando y su señora esposa, Doña Helga, a quien hoy está acompañando en la eternidad.

Personalmente tengo para Don Armando una inmensa gratitud porque mi padre, Miguel Pereira, desde 1948 trabajó en la firma Urbanas. En sus primeros años como viviente y posteriormente, gracias a Don Armando, tuvo la enorme satisfacción de tener su casa propia. Mi papá murió reconociendo en Don Armando a un gran hombre que nos brindó estudio, vivienda y una forma de vida en un medio al cual no pertenecíamos.

Mi hija es ingeniera financiera gracias al buen corazón de Don Armando y la señora Helga, porque a través de los años siempre contamos con su apoyo.

Soy testigo de la obra que Don Armando realizó en Bucaramanga en materia de construcción, pues viví en las tierras donde actualmente funciona el Centro Comercial Cabecera y luego en la hacienda llamada ¿Casa del Diablo¿, donde vi crecer a la nueva capital de los santandereanos.

Tampoco puedo olvidar los partidos de fútbol que organizaba Don Eduardo Carvajal, su hijo adoptivo, con los hijos de los vivientes, con quienes tenía una gran amistad. Cabe mencionar algunas de las familias a quienes Don Armando les ayudó en su estudio y progreso, como los Moreno Uribe, Villamizar, Suárez, López, Castellanos, Sepúlveda, Parra, Anaya, Bernal y Galán, entre otras.

A Eduardo quiero manifestarle mi más profundo sentimiento de dolor por la pérdida de su ser más querido, quien desde el más allá lo estará guiando para continuar con su gran obra.

Adiós, Don Armando, adiós padrino, adiós tocayo, siempre lo recordaremos como un padre que se preocupó por nuestra educación y Bienestar.

Ir al contenido