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Violencia intrafamiliar y sexual más grave de lo que parece

Oct 15, 2005 | Facultad de Ciencias Sociales, Humanidades y Artes

– Historias de violencia

– Cifras alarmantes

– Estrategias de arranque

 

Por María Carolina Bayona A
mbayona@unab.edu.co
“Un día mi hija de 7 años llegó llorando a la casa
rogándome que no le pegara. Después de que la calmé me
contó que a un vecinito suyo lo habían golpeado con un palo que
tenía puntillas por haber llevado a su casa una chocolatina. Fui a investigar
pero cuando llegué, la madre del niño salió y no me permitió
ni hablar. Le dije que los iba a denunciar porque esa no era la forma de castigar
a nadie. Ella me miró disgustada y me dijo que su esposo tenía
razón en lo que había hecho. Esa misma noche recibí un
anónimo que decía: si usted se pone de sapo, yo tengo un palito
guardado en mi casa para su hija también. Me asusté y no lo denuncié”,
recuerda Miguel Arias.

Tal como en el anterior caso, la mayoría de los eventos de violencia
intrafamiliar quedan ocultos, a tal punto que se estima que menos de un 6% de
los casos reales son denunciados, afirma Juan Camilo González Rincón,
analista del Observatorio de Salud Pública de Santander:

“No sólo en Colombia, en muchos otros países la violencia
intrafamiliar es algo que no sale a la luz pública por vergüenza
o temor a represalias. Afortunadamente esto está empezando a cambiar
gracias al apoyo de las diferentes entidades encargadas, pero es un proceso
largo que implica mucha colaboración”.

El Observatorio de Salud Pública en Santander es un proyecto creado
este año con el auspicio del Ministerio de Protección Social y
el apoyo de entidades tales como la Fundación Oftalmológica de
Santander (Foscal), entre otras del sector salud y judicial. Su objetivo es,
a partir del análisis de información conjunta, crear estrategias
efectivas de apoyo a problemas como la violencia intrafamiliar y sexual en el
departamento.

Como primeros obstáculos para el tratamiento de estos problemas están
la ausencia de criterios unificados en la recolección de información
por parte de las entidades encargadas de manejar la violencia dentro de los
hogares y el silencio de una sociedad temerosa a la denuncia de estos casos;
no obstante, el Estado actualmente reconoce estos problemas como prioritarios
para la salud pública en Colombia ampliando el apoyo legal y la implementación
de actividades en su contra.

Historias de violencia
“Yo sé que a veces mi marido se pasa de calidad pegándome
a mí y a los niños, pero él lo hace porque nosotros lo
provocamos… ¿Cómo irme de la casa si él es el que
trabaja y nos da de comer?”, confiesa Carmenza, una habitante del barrio
la Cumbre, en Floridablanca. Casos en los que las víctimas llegan a un
grado de masoquismo o aceptación del hecho violento contra sí
son muy frecuentes, revelan los estudios, siendo la dependencia económica
una de las razones predominantes.

Pero no sólo los golpes fuertes, patadas, mordiscos o pellizcos que
dejan fracturas son considerados como actos violentos, afirma Mónica
María Alfonso Sánchez, personera municipal Delegada en la Familia
en Bucaramanga: “Cualquier acción de fuerza que deje secuelas físicas
o psicológicas de alguna índole sin importar si son leves, son
catalogadas casos de violencia y por lo tanto castigadas por la ley”.

Sin embargo, hoy existe una tendencia marcada de aceptación a ciertos
castigos. “Yo considero que a los niños actualmente les hace falta
disciplina. Mi padre me pegaba con correa… Sí, algunas veces me
dejaba marcas feas, pero no por eso es una persona violenta”, indica un
joven bumangués de 24 años.

Cifras alarmantes
Como alarmante califican los investigadores el problema de violencia intrafamiliar
y sexual en Colombia. Resulta paradójico que sea en los hogares, donde
debiera existir un ambiente de afecto y apoyo, donde se generen tan graves casos
de violencia.

Juan Camilo González, uno de los analistas del Observatorio, indica
también que en Santander, como en todo el país, existe un problema
de género en donde la mujer es la principal afectada por violencia intrafamiliar
con un 80% aproximadamente del total denunciado. Otra cifra notoria son los
índices de ataques sexuales, en donde los menores de 14 años representan
un 86.58% de las víctimas.

Estrategias de arranque
Manejar este tema de salud pública involucra esfuerzos adicionales a
la labor ya establecida para las organizaciones a cargo, tales como el diligenciamiento
de la ficha única para las denuncias, implementación y ampliación
de los talleres educativos y de sensibilización conjuntos entre autoridades,
padres de familia y jóvenes, así como la detección e investigación
del problema de violencia en los hogares por parte de las entidades educativas,
judiciales y de salud dada la cercanía con los afectados.

Lo cierto es que entre enero y septiembre de 2005, en Santander se han reportado
cerca de 1.200 de estos casos. Sin embargo, a la fecha se están empezando
a realizar los esfuerzos estratégicos mencionados en búsqueda
del control de este problema. Tardías pero indispensables, como lo dicen
los investigadores, son medidas de primera agenda para el Estado y la sociedad.

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