En 1993, gracias a una beca del Comité Olímpico Colombiano (COC), la Universidad UNAB recibió a Hermes William Valero Simancas, el primer becado por este organismo, un cartagenero que comenzó a estudiar para ser contador público, programa que en ese entonces se dictaba en horario nocturno.
Aunque su niñez y juventud se desarrolló en la Ciudad Amurallada, su ascendencia pertenece a Arjona, un municipio de Bolívar netamente beisbolero, lugar donde nació, por ejemplo, el deportista José Guillermo Quintana, actual jugador de los Milwaukee Brewers (cerveceros de Milwaukee).
“Quiero empezar diciendo que soy una persona totalmente agradecida con la UNAB, para mí lo es todo. Tengo el recuerdo de cosas muy bellas que pasaron. Fue el doctor Gabriel Burgos Mantilla la persona que me dio el espacio en esa institución, y justo a mi llegada como estudiante, pasé a ser profesor de béisbol en la universidad y el Instituto Caldas”, recuerda el contador público.
Fue así como la UNAB y el Caldas tuvieron por primera vez un equipo de béisbol, obteniendo en 1993 la primera medalla de oro para el colegio en los juegos intercolegiados de ese año. Mientras era estudiante, Valero Simancas conoció el potencial de los estudiantes de la época y formó también el equipo de softbol en ambas instituciones.

Cabe resaltar que el béisbol y el sóftbol son deportes similares, pero tienen diferencias en las distancias, duración del juego y tipo de lanzamiento. En el primero se lanza por encima del hombro, en el segundo por debajo de este.
“Fue una linda oportunidad para desarrollar ‘la pelota’”, dice el deportista y añade “pues trabajamos una pedagogía exigente y que nos dio resultados. Con el Caldas fuimos campeones de béisbol en tres ocasiones entre 1993 y 1997. Fue un recuerdo muy bonito porque tuvimos el apoyo de los papás de los estudiantes que iban a vernos”, cuenta.


A mediados de 1998, el ya contador público recibió una oportunidad de trabajo en Medellín y tuvo que decirle adiós a la Ciudad Bonita y a la UNAB. Sin embargo, su estadía fue corta en la capital antioqueña y regresó a Bucaramanga donde se radicó y hasta ahora ha trabajado en distintas universidades como entrenador y como docente en el área tributaria.
“Yo enfoco ambas cosas. El deporte es un espectáculo, pero es una empresa y cada una de estas necesita un contador. El deporte no solamente es perder dinero y sacar para comprar una cosa u otra, no, es un proceso de desarrollo de la macroeconomía de cada país y somos nosotros los que debemos empujar esta alternativa”, explica mientras un grupo de cinco niños lo acompañan y juegan a la pelota en el Estadio de Softbol de Bucaramanga, ubicado en el barrio Ciudad Bolívar de la Ciudadela Real de Minas.
Es en este escenario deportivo donde entrena Tras las Huellas de Béisbol, una escuela dirigida por el contador, con la que han participado en cuatro campeonatos internacionales con jóvenes de Bucaramanga y también venezolanos que llegaron a la ciudad por la migración de 2017.
Una familia que ama el deporte
Hace 13 años se convirtió en el padre de Alan, quien desde pequeño ‘le cogió la caña’ y es ahora un prospecto deportivo en su escuela. “Yo lo tengo formado y proyectado en el béisbol, ya hemos visto sus cualidades en campeonatos internacionales y es para mí un orgullo verlo ahí. Yo no lo formé porque quise, él mismo me dijo ‘enséñame a jugar’”, detalla.
Pero el amor por el béisbol y softbol, aunque se perfeccionó en las calles, vino de su mamá. “Mi mamá era softbolista y mis tíos y tías también. Yo cuando era niño no salía de las canchas y estadios de softbol, iba de aquí para allá y mi mamá detrás que por qué tanto juego. Recordarla me causa mucha emoción porque el softbol me dio el tiquete para estudiar, ahora le doy gracias a ella porque se me fue hace ocho años, pero la recuerdo todos los días acá”, expresa con emoción.

El ‘contador’ de pelotas
En 1992, el presidente de la Corte Suprema de Justicia era Pedro Rafael Lafont Pianetta, un cartagenero que estudió derecho en la Universidad Nacional, amante del béisbol. Su fascinación por la pelota lo llevó a crear un equipo de esta disciplina y uno de los pilares era Hermes. Se conocieron en Bogotá, y según Valero, fue el abogado quien le dijo que era bueno para el sector tributario.
“Yo lo conocí y fue él quien vio mis habilidades para la contaduría. Aprendí mucho sobre economía, finanzas y el sector tributario por escuchar a Juan Gossaín, la radio también fue un gran compañero de mi vida. Con ese conocimiento previo, yo me sentaba a hablar con Rafael sobre estos temas y ahí me enfoqué en estudiar contabilidad. Alcancé a hacer varios semestres de contaduría en Bogotá, pero al final me vine para acá”, menciona el contador mientras recuerda su vida en las calles del barrio El Jardín.
Valero Simancas ha trabajado durante más de 20 años como perito contador, auxiliar de justicia, contador independiente y administrador deportivo.


El béisbol, un transformador social
33 años después de su llegada a la ciudad, y por una visita inesperada, Hermes Valero y la UNAB se volvieron a encontrar. Su curiosidad por el voluntariado de la Universidad, Manos que Construyen Territorio lo impulsó a preguntar en el edificio administrativo por esa información. De esa manera existe ahora una iniciativa de la Dirección de Transformación Social y el equipo de Valero para incluir más jóvenes de las comunas 10 y 14 de Bucaramanga al grupo deportivo.


“Conocimos a Hermes en la Universidad y se interesó por el voluntariado. Estamos trabajando ahora con su club, llevando a niños y niñas de los barrios Granjas de Provenza y Morrorico para que asistan a la escuela. Queremos convertir el béisbol y el softbol en un deporte que transforme nuestro territorio y encontramos en él un apoyo fundamental”, explica Doris Amparo Barreto Osma, directora de Transformación Social.

“El deporte es un espacio para cambiar de rutina, pero también para afrontar las problemáticas en las que vivimos. Traigo a mi hija, hijo y nieto para aprovechar este espacio para que ellos adquieran disciplina y cambien ese entorno que perciben. Estamos agradecidos por la escuela Tras las Huellas de Béisbol y la UNAB por darnos esta oportunidad”, menciona la señora Ludy Mora Vera.
Cada sábado, desde las 8:00 a. m., las personas amantes de este deporte asisten a las clases del ‘profe’ Hermes para aprender a pararse, enderezar el bate, mirar al lanzador y evocar el sentimiento de batear la pelota como lo hace Quintana en Milwaukee o como lo hacía Valero en las canchas de Arjona.

